Buenos días.
Bienvenidos a la semana de la Reserva Federal. Su turno, porque el BCE ya movió ficha la semana pasada y la reacción no ha estado mal.
Todo el mercado espera una nueva subida de tipos de interés acorde al nuevo entorno macroeconómico, por lo que este rally que estamos viviendo podría desaparecer si no se eleva el precio del dinero en 25 puntos básicos más.
Aunque lo cierto es que la actualidad no parece que se vaya a ceñir a la política monetaria de EEUU. Cuesta creer en aquello de que las intenciones sean lo que cuentan, porque cuando hay dinero de por medio, la competencia es la competencia. Y es que más de una decena de países extractores de petróleo, no pertenecientes a la OPEP, han acordado reducir sus cuotas de producción para, siguiendo la teórica línea del cártel, tratar de elevar el precio del crudo. Esto queda pendiente de comprobación debido a la espera de los frackers de Norteamérica, siempre preparados para recoger su porción del consumo global de petróleo.
A nivel macroeconómico, lo último y mejor que trajo el viernes fue un fuerte repunte de la confianza de los consumidores de la Universidad de Michigan, en un nuevo máximo desde enero de 2015 gracias a lo que se espera de las nuevas política económicas que están por llegar en EEUU.
Italia no va a desaparecer del mapa sin más, aunque no apunta maneras de caos político si se confirma la línea continuista del nuevo Gobierno. Ya no es únicamente lo relativo a hacer de la bota un Estado más gobernable, sino que el corto plazo obliga a actuar para evitar alguna quiebra inesperada. Monte dei Paschi está ahora más en la picota de lo que lo ha estado nunca, tratando de conseguir los 5000 millones de euros que el BCE le exige para no tener que ser activado ningún plan de rescate. De momento reina la confusión, con dudas sobre si efectivamente tocará nacionalización con quitas considerables, o si finalmente aparecerá algún inversor/salvador de última hora.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones