No hay quien pare a los bonos en estos momentos (no en precio, sino en rentabilidad), pese a quien pese.
Bien visto, las expectativas de inflación tampoco han sufrido un cambio radical, así que por qué no pensar que el mercado está cotizando solamente expectativas sobre políticas monetarias en lugar de presiones por la vía de los precios. Además de que a los IPC aún les queda, no hay que dejar de lado que, por ejemplo, el BCE advierte cada día con más vehemencia que de romper el trabajo de los últimos años, de momento nada, que la prudencia es una virtud.
Sin embargo, también queda pensar que en vez de un movimiento en tal o cual sentido del banco central X o del Y, los mercados tengan toda la atención puesta en el crecimiento global. No porque por fin el entorno acompañe, sino porque esa mejora obligue precisamente a endurecer la política monetaria. De hecho, la batería de PMI de manufacturas que se publicaron a lo largo del día de ayer vienen a confirmar el «miedo» a que la actividad siga mejorando. Primero fueron los de China y Japón, pero más tarde, tanto en Europa como en EE.UU. los datos publicados se mantienen en el entorno de los 60 puntos, reflejando las buenas perspectivas para los próximos meses. Solo el descenso del Reino Unido, motivado por la fuerte inflación, debe ser considerado aparte.
En lo que a resultados se refiere, lo que llevamos también confirma las previsiones positivas, ya sea en beneficio o en ventas. Respecto al día de ayer, atención máxima para los gigantes de la revolución tecnológica. Como ha sucedido con los bancos, este sector también sufre contrastes a cuenta de la reforma fiscal de Trump, pues así como Google la sufre por culpa del coste de la repatriación de los beneficios en el exterior, Amazon ya empieza a beneficiarse del recorte de impuestos. Luego está Apple, que con menos ventas recoge más beneficios, comprensible si colocan teléfonos a más de 1000 dólares.
Buen fin de semana.