La incertidumbre

Ya sabemos que la incertidumbre es mala compañera de viaje cuando invertimos en renta variable, pero las caídas que estamos registrando estos días parecen un poco demasiado.

Quién nos iba a decir que el virus nos iba a llevar a los inversores a rememorar las fuertes caídas tras la quiebra de Lehman Brothers.

El nerviosismo colectivo que estamos viviendo ha provocado que batamos récords recientes en la velocidad de la caída de los mercados. En Europa no veíamos unas caídas tan fuertes en tan corto espacio de tiempo desde el referéndum del brexit. Ni siquiera cuando la prima de riesgo de los países del sur de Europa se disparó y las bolsas se desplomaron en 2012, las ventas eran tan significativas y llegaban de una manera tan acelerada.

Pero es que, en los últimos días, los inversores han empezado a anticipar un impacto económico muy fuerte y se han lanzado hacia activos seguros como los bonos y el oro, huyendo de las acciones.

Y eso que los datos macroeconómicos conocidos estos días están siendo buenos o al menos mejores de lo esperado. Tanto el PIB francés, como los precios de las viviendas en el Reino Unido, las ventas minoristas y la producción industrial en Japón o los pedidos de bienes duraderos de EE.UU. han superado las expectativas. No me quiero imaginar qué habría pasado si llegan a salir malos.

Por lo pronto, hoy Europa sigue con la misma tónica. Venta de renta variable, compra de deuda. De cara al resto de la sesión se publican en EE.UU. datos finales de la Universidad de Michigan de febrero sin grandes cambios esperados frente a las cifras preliminares y en cotas cercanas a máximos históricos. En la eurozona conoceremos la estimación de IPC anual de febrero. Pero ya ha quedado demostrado que ahora toca coronavirus y todo lo demás ha pasado a un segundo plano.

Buen fin de semana.