Un día con y un día sin es como más o menos podría resumirse la relación entre los mercados de capitales y la guerra de (por ahora) tarifas. Era sesión de caída después de la nueva ronda de 200.000 millones en aranceles, pero también de llamadas a la calma. Esta vez no fue Trump el que aplicó un calmante sobre los inversores, sino las autoridades chinas, dispuestas, dicen, al diálogo para evitar una verdadera guerra comercial en la que todos perdemos.
También era día para que el petróleo sufriese una caída de las que hacen daño. Por el lado de la demanda nada de nada, ni siquiera el retroceso del nivel de inventarios en EE.UU., pero por el de la oferta, Arabia Saudí ya ha empezado a suplir a los que supuestamente van a abandonar este mercado, metiéndole 400.000 barriles más al día, además de que algunas otras interrupciones de suministro se han terminado.
En lo que es la macroeconomía lo más importante de ayer y de hoy se refiere a los indicadores de precios en EE.UU. Lo de hoy aún está por ver, pero sí conocimos ya el índice de precios de producción correspondiente a junio, que con sus tres décimas de más, ayudó a meterle un extra de presión a la Reserva Federal respecto a la política monetaria de los próximos meses.
Buen día.