Aunque el mercado siga, la actividad en el mismo demuestra que agosto no solo es momento de vacaciones en España. Y que mejor que los movimientos de ida y vuelta para demostrarlo, tan fácil como es pasar del verde al rojo y viceversa.
Pero como decimos, esto no para. Las actas de la Fed, por derecho, se convirtieron en el acontecimiento de la sesión, si bien los inversores ya venían cotizando lo que podía esperarse de ellas. Y es que como se ha venido viendo en las últimas lecturas, la inflación ya se ha convertido en un problema para el FOMC, que por culpa de la falta de presiones en precios, vislumbra la posibilidad de posponer esa subida de tipos que apuntaba a final de año. Esto contrasta con el agregado del calendario de indicadores, cuya mejora reciente es manifiesta, a pesar de que como sucedió ayer con los datos de construcción, siempre hay puntos negativos.
Quizás en el próximo acontecimiento de calado que tiene lugar en Jackson Hole la semana que viene averigüemos algo más de las verdaderas intenciones de la Reserva Federal. Eso mientras se sigue especulando sobre si Mario Draghi tiene intención o no de levantar alguna carta en esta mano del QE. De momento las apuestas están del lado del no, sabiendo que la segunda lectura del PIB de la zona euro correspondiente al trimestre pasado, con el crecimiento mayor al esperado, puede hacer una aportación al comienzo del fin del programa.
El Banco de Inglaterra también es el que tiene ante si la papeleta más difícil. Es cierto que el paro ha seguido cayendo ya hasta el mínimo en cuarenta años, algo que contrasta de lleno con el resto de indicadores, cada semana peores en todos los ámbitos. Y el mercado laboral no se salva de esta quema descontrolada, pues a pesar de que se sigan generando puestos, los salarios reales, que no los nominales, están viendo mermada su capacidad adquisitiva por la voracidad de la inflación generada a raíz del desplome de la libra. Política, que no economía.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones