Con el mercado a medio gas y más pendiente de ver cuánto gastamos en consumo que en gran medida ni queremos ni nos hace falta, los inversores siguen manteniendo una actitud que va de la prudencia al pánico de caídas de más del 10%.
Pero no pasa nada porque hoy, mañana, pasado, al otro y al de más allá es Black Friday y nos podremos distraer con cuánto se ha vendido.
También nos queda pasar el rato con cómo Europa sigue en su empeño de dispararse a los dos pies, a ver si con eso ya consigue dejar de caminar. Gibraltar arriba, Gibraltar abajo, el brexit sigue encallado en el Parlamento británico, donde la debilidad manifiesta de May sigue haciendo cotizar al alza la posibilidad de una salida desordenada del Reino Unido. Y por lo que corresponde a Italia, poco más que decir. Tan solo que la respuesta del Gobierno a la próxima apertura de un expediente sancionador ha hecho moderar el tono de la Liga y el Movimiento Cinco Estrellas, pero nada más por el momento.
Con este panorama a nadie le sorprende que los indicadores económicos de Europa estén empeorando más allá de la propia ciclicidad de la economía. Así lo recoge el acta de la última reunión del BCE, en la cual sí salió el empeoramiento de la actividad, pero poniéndolo en el contexto de un crecimiento sostenido en el largo plazo que debería permitir empezar la normalización de la política monetaria.
Contamos a nuestro favor para volver a darle impulso a la economía con el desplome más o menos silencioso del precio del petróleo, que con las advertencias tuiteras de Trump & Co. se enfrenta a más problemas que los que genera la desorganización de los productores.
Buen fin de semana.