Durante los meses de verano observamos un incipiente giro de sectores defensivos hacia sectores de sesgo más cíclico. Un proceso que debería consolidarse a lo largo de los próximos meses en la medida en que el mercado confíe en un mayor crecimiento económico.
Los mercados europeos aún no han conseguido romper la tendencia bajista que dio comienzo en abril de 2015 cuando los índices marcaron niveles máximos de los últimos ocho años. Una fase correctiva que en sus comienzos contemplábamos como normal, tras las subidas que se iniciaron en 2012 y que tuvieron como detonante las mágicas palabras pronunciadas por Draghi, pero que se fue complicando en profundidad y duración.
Entre otros factores que nos llevaron a una fase correctiva más aguda se encuentran: una mayor intensidad en la caída de los precios de las materias primas que provocó un nuevo derrumbe en los mercados emergentes, la desaceleración en China con persistentes dudas sobre su tipo de aterrizaje y la amenaza incesante de una subida de tipos de interés en EE.UU. Ahora, cuando faltan poco más de dos meses para finalizar este 2016, en el que hemos vivido a golpe de susto, hay elementos que han cambiado. El petróleo marcó mínimos de 27$ en enero y desde entonces hemos asistido a una estabilización en la zona de los 45-55$. China se asienta y se revisan al alza los beneficios de las compañías y el crecimiento para el conjunto de las economías emergentes. Los desarrollados mejoran aunque lentamente, la Fed se muestra sin prisa por esa subida de tipos lenta y gradual y además pensamos que el gran movimiento en divisas ya lo hemos visto.
En definitiva, una fase correctiva que cada vez nos proporciona más indicios de estar llegando a su fin. Entre estos síntomas está el relativo mejor comportamiento de los sectores cíclicos.
En primer lugar hay que decir que la diversificación sigue siendo básica y sesgar las carteras a valores más ligados al ciclo económico no significa abandonar los valores más defensivos. Optaríamos por conformar una cartera donde tengan presencia valores defensivos y acciones con sesgo más cíclico. Las empresas defensivas pueden sufrir cierto retraso frente a los índices si finalmente los mercados se giran en positivo con fuerza, pero su presencia compensa por la protección relativa que nos ofrecen si el mercado se queda más retrasado. Las cíclicas proporcionarán impulso a la cartera si continúan confirmándose las mejoras a nivel macro y microeconómico.
Debemos tener en cuenta que la tipología de sectores no se reduce a los extremos cíclicos y defensivos. Mejor pondremos algunos ejemplos con compañías españolas para que nos ayuden a establecer estas diferencias.
Defensivos: se muestran poco sensibles al ciclo, tienen crecimientos modestos y presentan una elevada rentabilidad por dividendo. Utilities (Enagás, Iberdrola), Telecos (Telefónica, Euskaltel) o Alimentación (Ebro, Viscofan).
Crecimiento-equilibrado: a largo plazo mantienen crecimientos superiores a los defensivos y sus ingresos suelen ser estables. Gestores de Infraestructuras (Abertis, Aena, Ferrovial) y Salud (Grifols, Almirall).
Crecimiento: elevados crecimientos a largo plazo con una influencia relativamente baja del ciclo. Suelen cotizar con elevados múltiplos y sus dividendos no son muy jugosos porque orientan sus beneficios a inversiones para continuar creciendo. La tecnología con Amadeus sería un claro exponente o Inditex.
Crecimiento-agresivo: el ciclo les afecta de lleno y tienen mayor volatilidad. Industriales (Gamesa o Técnicas Reunidas) o algunas tecnológicas más cíclicas como Indra.
Cíclicos: sectores más maduros y esencialmente ligados al ciclo económico. Materias primas, consumo cíclico, aerolíneas, autos, hoteles, media, aseguradoras y construcción (Acerinox, Meliá, Mediaset, IAG, ACS o Mapfre).
Hemos dejado fuera energía y bancos que dependiendo del momento del ciclo pueden cambiar su papel. En estos momentos, cuando los bancos se ven asediados por el regulador, sus expectativas de crecimiento son bajas y sus elevados dividendos hacen que su tipología se asemeje más a la de una utility, si no fuera por el elevado riesgo que presentan medido por la fuerte oscilación de sus precios.
La selección de valores dentro de cada tipología nos permitirá ir sesgando nuestras carteras según nuestra preferencia entre rentabilidad y riesgo y ajustarla en función del escenario que contemplemos.
Virginia M. Pérez Palomino
Responsable de Renta Variable