Buenos días.
Teniendo el deplorable espectáculo político que tenemos montado en España, para qué mirar fuera, pensarán muchos.
Pero es que en la actualidad financiera es EEUU quien manda. La celebración del primer cara a cara, del que parece que Clinton ha salido victoriosa, ha tranquilizado a los mercados no por simpatía a su persona, sino por la animadversión que despierta Donald Trump.
De aquí a noviembre la política norteamericana apunta a ser «el» catalizador. Y el nombre de Yellen saldrá a la palestra, bien en comparecencias programadas como la de hoy, bien porque sus defensores y detractores se postulen a favor de su mantenimiento o cese al frente de una Reserva Federal con todos los sentidos puestos en el calendario de indicadores económicos. Precisamente lo que nos brindó ayer este último da motivos al ala ortodoxa del banco central, pues la confianza de los consumidores Conference Board subió tres puntos para situarse en nuevos máximos desde 2007.
Ya como si no nos acordáramos del dolor que nos han provocado Grecia y sus cuentas durante varios años seguidos. Aunque seguramente a nadie menos que a un alemán le guste la comparación, la recurrencia con la que se hablaba del Estado heleno empieza a ser sólo comparable con la de la falta de solvencia de todo un emblema como Deutsche Bank. El mercado cotiza a precio de derribo lo que muchos analistas especializados consideran un problema (la posible multa de las autoridades de EEUU), sí, pero más manejable que lo que dice la cotización de la acción. Respecto a las especulaciones sobre si el Ejecutivo de Merkel rescataría una hipotética quiebra o no, no parece que provocar un terremoto sea lo más políticamente adecuado cuando no paran de comerte terreno por la derecha.
Terminamos hoy con el petróleo, aunque me van a disculpar porque no actualizaré las últimas supuestas novedades, que no vienen a ser más que otro poco de lo mismo, es decir, declaraciones cruzadas que no llevan a nada.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones