Los mercados abren una semana en la que está por ver si el pequeño desplome queda en algo pasajero o nos demuestra que las presiones inflacionistas pueden ir aún mucho más allá.
Sin embargo, llama y mucho la atención que sean los índices de EE.UU. los que ya hayan vuelto a terreno positivo, precisamente donde la amenaza de una política monetaria más restrictiva es una posibilidad real.
El viernes, nuevos datos venían a confirmar la tendencia económica de la primera potencia. Los precios a la importación crecían más de lo que se esperaba de ellos, si bien esta vez no se ha desatado la locura colectiva de hace un cercano par de semanas… Cosas del mercado. Pero también se publicó la lectura correspondiente a febrero de la confianza de los consumidores de la Universidad de Michigan, que acercándose a máximos de bastante más de una década, quizás quiere decir que los americanos de a pie recibirán con los brazos abiertos todo lo que sea inflación vía salarios.
Esa misma variable, la de los precios, es la que tanto está haciendo sufrir a los británicos, tanto a los que votaron brexit como a los partidarios del bremain. Esa es una de las razones principales, si no la que más, por la que las ventas minoristas del Reino Unido siguen en niveles relativamente deprimidos (1,5% de crecimiento interanual), claro que la incertidumbre sobre la clase de acuerdo que alcanzarán con Europa es toda una ayuda a ser cauto con el consumo de las familias.
Por último, con la cuasireelección de Kuroda al frente del Banco de Japón, los mercados están celebrando lo que es una evidencia del mantenimiento de la liquidez a cualquier precio en uno de los grandes proveedores mundiales. Pero esto no está siendo suficiente para abaratar más y más el yen, a pesar de lo cual las exportaciones están a pleno rendimiento, con el último dato marcando el máximo en más de un año.
Buen día.