No cesa la apatía prevacacional en los mercados de capitales, ya no se sabe si preparando las maletas para afrontar el segundo semestre con las pilas cargadas, o por el contrario, atrincherados a la espera de una oleada de volatilidad de esas que se pueden producir en verano sin motivo aparente.
También es cierto que la comparecencia de Jerome Powell cumplió con lo esperado, otra forma de decir que no se salió de la línea oficial, y eso que entre sus propósitos no está el de cuidar los ánimos de los inversores como sí pareció alguna vez estarlo para Yellen. En líneas generales, el buen estado del mercado laboral y de la inflación son razones más que suficientes para soportar la cadena de subidas de tipos ahora y en los próximos meses.
Por lo que a otros asuntos más peliagudos se refiere, ahí prefirió no entrar en el nombre de la Fed. Hablamos naturalmente de las políticas fiscales de EE.UU. o de las amenazas de una guerra global de tarifas, dos factores a los que el banco central no es ajeno, pero sobre los que todavía no se puede expresar con claridad. Tampoco entró en el aplanamiento de la curva de deuda de EE.UU., un temor creciente en los mercados por lo acertada que ha estado a la hora de predecir recesiones pasadas. Pero hay que pensar en positivo.
Pasando al mundo de la empresa, dos gigantes de sectores bien diferenciados como son Goldman Sachs o Johnson & Johnson batieron las previsiones de los analistas para cerrar un día positivo en términos generales. Aunque las miradas se las llevó el sector tecnológico, pues a pesar de la decepción de Netflix, el Nasdaq volvió a marcar un nuevo máximo histórico.
Buen día.