Ya estamos acostumbrados a que sean los banqueros centrales quienes, con sus pinceladas sobre macroeconomía, decidan el devenir de los mercados, pero lo de ayer fue el paradigma.
Yellen, siendo consciente de que sus comentarios son examinados con lupa, hizo gala de su astucia y le bastó con decir que la Reserva Federal ajustaría su política monetaria a la evolución del estado de la economía, algo que parecía estar ya fuera de la lista de deseos de los inversores, para provocar un maremoto de optimismo en los mercados. La reacción fue inmediata: la curva norteamericana caía a niveles de 2,3% en el diez años, el dólar se revalorizaba en su cruce contra el euro y Wall Street volvía a demostrar la fortaleza a la que nos tiene acostumbrados con el Dow Jones marcando máximos históricos.
Sus comentarios venían a confirmar que pese a que la inflación ha experimentado cierta debilidad en sus últimas lecturas, los salarios están creciendo tanto en los puestos cualificados como en los de un menor nivel y la evolución del mercado de empleo es muy satisfactoria.
Por otro lado, el petróleo continúa luchando por acercarse a niveles de 50 dólares el barril, aunque los intentos son en vano, a pesar de que las importaciones chinas de la materia prima estén marcando cifras récord (+13,8% en el semestre) y de la caída de los inventarios en Norteamérica en más de 7,6 millones de barriles. Todo ello motivado por el aumento de la producción de países miembros de la OPEP (Nigeria y Libia) y de EEUU, que ya produce a un ritmo de 9,4 millones de barriles al día.
Hoy conoceremos lecturas de inflación en Alemania, Francia y España junto a los índices de precios a la producción en EEUU.
Buen día.
Pablo Nortes Planas
Dirección de Inversiones