Ayer un amigo me decía: “me estaba leyendo un libro de un especulador de los años 60 y hablaba de cosas parecidas a lo que está pasando ahora: miras las noticias y tienes seis malas por cada una buena. Todo el mundo piensa que la bolsa va a caer más y sin embargo, no deja de subir”. Y en esta continua noria vivimos los inversores. Porque después de las feroces caídas a las que asistimos al principio de esta crisis, cualquier noticia, ya no buena, sino menos mala de lo pronosticado, es razón suficiente para el optimismo.
Ayer, fue el hecho de que el crecimiento de China se contrajese en el primer trimestre menos de lo esperado por el consenso. Ni casi un millón y medio de nuevos parados en Estados Unidos pudo hacerle frente. Y es que ya hablamos más de “desescalar” que de “vencer a la curva”, así que lo que viene por delante es indudablemente mejor con respecto al estado actual. ¿Es eso? ¿O las bolsas suben, más bien, porque es mejor no luchar contra los bancos centrales cuando han puesto toda la carne en el asador?
En el plano científico, Gilead y Moderna avanzaban con fuerza tras publicar el primero los positivos resultados en un estudio de su fármaco Remdesivir en pacientes con coronavirus; y el segundo por su captación de fondos para el desarrollo de una posible vacuna que, en cualquier caso, no estaría lista, al menos, hasta 2021.
Con todo, las compañías continúan reportando inexorablemente. Como decimos, los resultados no son alentadores, como tampoco lo son las guías que están dando las cotizadas. Aunque claro, es comprensible que nos digan que el futuro va a ser duro si por ahí se leen cosas como que puede que las discotecas estén cerradas hasta marzo de 2021. Mucho mejor dejar de leer.
Buen fin de semana.