Los inversores siguen disfrutando de un estado de euforia contenida que le permite a Wall Street romper un máximo tras otro.
Cuando no es por la desregulación de todos los sectores, es ese programa de gasto en infraestructura del que no se sabe nada, y si no hay que poner el ojo en la promesa de que los impuestos bajen pronto y mucho para todos. Es precisamente por eso por lo que no sería descartable que los indicadores adelantados prosigan al alza en los próximos meses, a pesar de que como decía el número dos de la Reserva Federal, existe una gran incertidumbre en torno a las políticas fiscales de Donald Trump.
Por todos es sabido que la incertidumbre europea apunta no a lo fiscal, sino directamente a lo político. Grecia, de la que se había olvidado el mercado con todo lo demás que puede pasar este año, ha vuelto con fuerza en los últimos días a cuenta del rescate eterno. Y es que un país ahogado no puede dar mucho más de sí, pero la postura de sus acreedores no parece que vaya a ser la de ablandarse ahora.
También existen diferencias palpables en cuanto al ciclo. Y para ser más concretos, en relación a la inflación, porque en EEUU los salarios empujan pero aquí no, aunque en ambos países/regiones la energía ha hecho mucho por disparar los precios. Eso es justamente lo que advierte el BCE y lo que reduce las probabilidades de que el QE se acabe antes de tiempo, algo que el belga Yves Mersch ha vuelto a subrayar.
En un orden muy distinto, la Agencia Internacional de Energía se ha congratulado en publicar que los países de la OPEP están cumpliendo su palabra en un 90%. El primer problema es que los Estados no OPEP que también se sumaron al acuerdo no llegan ni a la mitad de lo prometido. Y el segundo es que en la medida en que esto siga así, los frackers de Norteamérica irán comiendo más y más terreno a los productores convencionales.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones