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12/12/2020 AUTOR: Tressis Valladolid Tressis Valladolid

Intervención en informativos RTVCyL sobre el inicio de cotización del agua en el mercado de futuros

Fuente: CyLTV

A pesar de ser un recurso natural, como otros muchos a cuya escasez o cotización nos hemos acostumbrado, el agua no es un bien ilimitado ni un elemento que se pueda utilizar (como activo económico) sin una gestión de las cantidades y las condiciones de dicha materia.

Por tanto, no es nueva sino que existe desde hace décadas, la preocupación mundial por la optimización de la utilización del agua y su correcto uso y distribución, de forma justa y eficiente, tanto en países desarrollados como más aun en subdesarrollados.
Como sabemos, el agua de uso doméstico tiene un tratamiento previo para posibilitar su consumo, bien como servicio público, y más si cabe cuando se busca una calidad adicional y se procesa el agua para su venta embotellada.

Quizás nos sorprenda que el agua empiece a “cotizar” pensando que es un derecho básico. Pero una inmensa parte de la población mundial sigue sin acceso a este recurso y este derecho, sin duda de los más elementales. Prueba de ello, la Organización Mundial de la Salud estima que cada día mueren 1.8 millones de niños menores de 5 años por enfermedades relacionadas con la calidad del agua.

Por otro lado, multitud de procesos industriales utilizan cada vez más cantidad de agua en sus métodos de producción, que genera un enorme consumo del elemento base, y también una enorme cantidad de agua desechada durante dichos procesos.

Asimismo, en la agricultura y la ganadería el agua es una materia prima básica para la elaboración posterior de productos finales. Por ejemplo, en España sigue sin solucionarse el problema existente entre las diferentes cuencas hidrográficas, unas con abundancia y otras con enorme escasez.

Y en todos esos ámbitos, existe una creciente demanda motivada por el incremento demográfico mundial, con un auge especialmente de las clases medias, principalmente en países emergentes y en vías de desarrollo, unido a una creciente urbanización de enormes áreas que hasta ahora eran totalmente rurales y empiezan a urbanizarse e industrializarse. Es decir, crece la población mundial y crece el consumo y utilización de agua “industrializada”.

Sin embargo, frente a ello, existe una insuficiente disponibilidad de dicho elemento en las condiciones mínimas para su utilización o consumo.

Según la ONU 2.000 millones de personas en el mundo viven con graves problemas de acceso a agua potable actualmente.

En ese sentido, al ritmo que evoluciona la demografía y el consumo mundial, la UNESCO estima que en 2030 el planeta se enfrentará a un déficit de abastecimiento de agua dulce del 40%, y que dentro de tres décadas puedan ser dos tercios del planeta los que sufran escasez de agua suficientemente cualificada.

Para entonces (año 2050), se prevee que el 70% de la población mundial viva en ciudades, con el correspondiente incremento de uso de agua que ello supondrá.

En paralelo, la gestión inadecuada de los residuos generados por todo tipo de actividades y sectores (muchos de ellos terminan contaminando el agua de los ríos y océanos) se ha convertido en uno de los mayores problemas no solo medioambientales, sino también de salud y económicos en todo el mundo.

Las industrias intensivas en consumo de agua como parte de su cadena productiva llevan años tratando de optimizar su gasto, su “reciclaje” y sus desechos. Las industrias más contaminantes, a su vez, tienen sobre ellas una enorme presión para reducir el nivel de vertidos y residuos que terminan volcándose en el agua.

Es por todo ello que el agua, como bien, tenga un precio (a priori fijado de forma privada en contratos bilaterales); y que la industria del agua venga suponiendo, desde al menos hace dos décadas, una de las grandes megatendencias económicas mundiales (y por tanto también de inversión).

Así, lo que ha comenzado a cotizar esta semana son los “futuros” sobre un índice, el Nasdaq Veles California Water Index, que sintetizaba los diferentes precios estipulados, hasta ahora, en los contratos privados de compra-venta de agua entre agentes económicos de EE.UU., en concreto de California, una región casi tan grande como España en dimensiones, donde existen 5 cuencas principales con una gran escasez de agua, y donde su mercado tiene un volumen de casi 1.100 millones de dólares anuales.

Cada contrato se hace en base a 3,26 millones de galones de agua (unos 12.340 metros cúbicos), y en el siguiente gráfico se puede ver la evolución del precio medio de esos contratos, recogidos por este Índice que venía sirviendo como referencia para los agentes interesados.

Pues bien, desde el día 7 de diciembre, el precio entre las partes se puede fijar también a futuro, como en otras materias primas. Es decir, igual que las petroleras o las aerolíneas, por ejemplo, venden y compran por anticipado el combustible (petróleo), cerrando un precio a x meses vista, para evitar la incertidumbre sobre la evolución de dicha materia prima con el consiguiente impacto en sus costes y cuentas de resultados, los agentes compradores y vendedores de agua tienen desde ahora esa posibilidad de fijar precios a futuro, mitigando la incertidumbre o guiándose por las expectativas de precio que tengan por delante.

Con esto, a pesar de la posible controversia que pueda suscitar el mercadeo con un elemento y recurso natural básico, se generan importantes ventajas.

Si bien esta nueva cotización o este mercado puede dar lugar a apuestas especulativas, también es cierto que las nuevas referencias de precios darán mayor estabilidad a muchos agentes y negocios (estados, municipios, agricultores, ganaderos e industrias podrán cubrirse de los riesgos financieros que para ellos puedan suponer los movimientos en el precio corriente del agua a la hora de adquirirla/venderla).

Sin embargo los “arbitrajes” supondrán que el mercado sea más eficiente, y sin duda habrá mayor liquidez (nunca mejor dicho) ya que los futuros evitan el intercambio físico de la materia prima subyacente, y se liquidan por diferencias entre el precio pactado y el precio a vencimiento.

No obstante, todo ésto, como decía, es una megatendecia de enorme fuerza en las últimas dos décadas, alrededor de la industria del agua (empresas de maquinaria, infraestructuras, servicios públicos, equipos y suministros sanitarios, productos químicos, gestión y tratamiento, distribución y logística, etc.)

El siguiente gráfico muestra uno de los índices existentes que recogen la cotización de las empresas dedicadas a dicha industria (línea inferior), así como la evolución de un fondo de inversión pasivo vinculado a esos índices (línea intermedia), y un fondo de gestión activa que selecciona las mejores ideas o empresas para aprovechar las mayores oportunidades en cada momento.

Todo ello, potenciado por una creciente concienciación mundial sobre la sostenibilidad, por la que en Tressis venimos apostando desde hace más de diez años en nuestras carteras, aprovechando oportunidades a nivel de rentabilidad como las mencionadas en el párrafo anterior, y logrando un impacto social y medioambiental muy positivo adicionalmente.

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