Más de medio año después de que empezásemos a leer cosas sobre, entonces, aquel lejano coronavirus chino, sin saber muy bien lo que era, este continúa siendo el principal catalizador de los mercados.
Por ahora, los inversores continúan favoreciendo el riesgo: por un lado gracias a la tremenda balsa de liquidez existente, cortesía de los bancos centrales mundiales; y por otro, por el curioso efecto del “miedo a quedarse fuera” (denominado FOMO en inglés al juntar las iniciales de “fear of missing out”).
Aunque nos pasemos el día inmersos en el mundo de las bolsas, lo cierto es que todo va a depender, como llevamos diciendo mucho tiempo, de la evolución sanitaria de la pandemia, y parece que la situación se complica por momentos. El brote en Pekín la semana pasada (del que el hermetismo chino nos impide saber mucho más), el preocupante aumento de casos en Estados Unidos, Brasil o India, o el incremento en la tasa de reproducción en el repunte alemán pueden complicar los procesos de reapertura y, por ende, el buen humor de los inversores.
Hoy tendremos una de esas pruebas de fuego con la publicación de las encuestas de actividad PMI de algunas de las principales regiones del mundo. Cualquier sorpresa negativa podrá extrapolarse a los mercados, porque más fiesta de la que ya tenemos es complicado pedir. El Nasdaq ha vuelto a marcar máximos históricos (da igual el día en que lean esta frase, siempre es verdad).
Buen martes.