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21/07/2014 AUTOR: Morning meeting

Helado de dos bolas con guinda

Los riesgos para el inversor conservador aumentan en la misma proporción que disminuye la remuneración de los depósitos y otros activos de bajo riesgo. Y me refiero al riesgo de cometer errores. Como en el famoso libro “¿Quién se ha llevado mi queso?”, el inversor quiere que la cueva siga dándole queso al 2% o al 3% sin asumir ningún tipo de riesgo. Pero ocurre justo lo contrario: cada vez da menos. Y, como en el libro, hay dos tipos de inversores/asesores/gestores: los que van a caer en la trampa de ponerse a una búsqueda alocada de alta rentabilidad sin riesgo, es decir, los que tratarán de que le realidad sea como ellos quieren y no como es y los que tratarán de llevar a cabo un enfoque realista que, aunque requiera más paciencia, consiga el objetivo sin caer en las trampas del camino.

El resultado de buscar un 3% anual con riesgo cero va ser el mismo que el que obtiene el que toma una droga: mientras dure el efecto, creerá que lo ha conseguido y estará en el séptimo cielo. Pero luego volverá a la cruda realidad. Por eso mi sugerencia es que tratemos de crear un planteamiento razonable y consecuente en lugar de buscar un paraíso artificial que sólo está en la mente del inversor o del vendedor que le vende la droga que le va a hacer pensar que vive en un feliz 3%… hasta que despierte en un desgraciado -2%.

No quiero decir que un inversor conservador no pueda ganar entre un 2% o un 3% y seguir siendo conservador y realista. De hecho, la TAE de nuestras carteras conservadoras este año ya es muy superior a esa cifra (puede ver la rentabilidad de nuestras carteras en www.tressis.com), incluso con la corrección que están sufriendo los mercados. Lo que quiero decir es que la forma tradicional de conseguir rentabilidad en una cartera muy conservadora – productos de renta fija, estructurados, fondos de retorno absoluto y fondos de rentabilidad objetivo – no es la respuesta en el entorno actual. Y que hay una solución más simple y, sobre todo, más realista.

Los riesgos para el inversor conservador aumentan en la misma proporción que disminuye la remuneración de los depósitos y otros activos de bajo riesgo. Y me refiero al riesgo de cometer errores. Como en el famoso libro “¿Quién se ha llevado mi queso?”, el inversor quiere que la cueva siga dándole queso al 2% o al 3% sin asumir ningún tipo de riesgo. Pero ocurre justo lo contrario: cada vez da menos. Y, como en el libro, hay dos tipos de inversores/asesores/gestores: los que van a caer en la trampa de ponerse a una búsqueda alocada de alta rentabilidad sin riesgo, es decir, los que tratarán de que le realidad sea como ellos quieren y no como es y los que tratarán de llevar a cabo un enfoque realista que, aunque requiera más paciencia, consiga el objetivo sin caer en las trampas del camino.

El resultado de buscar un 3% anual con riesgo cero va ser el mismo que el que obtiene el que toma una droga: mientras dure el efecto, creerá que lo ha conseguido y estará en el séptimo cielo. Pero luego volverá a la cruda realidad. Por eso mi sugerencia es que tratemos de crear un planteamiento razonable y consecuente en lugar de buscar un paraíso artificial que sólo está en la mente del inversor o del vendedor que le vende la droga que le va a hacer pensar que vive en un feliz 3%… hasta que despierte en un desgraciado -2%.

No quiero decir que un inversor conservador no pueda ganar entre un 2% o un 3% y seguir siendo conservador y realista. De hecho, la TAE de nuestras carteras conservadoras este año ya es muy superior a esa cifra (puede ver la rentabilidad de nuestras carteras en www.tressis.com), incluso con la corrección que están sufriendo los mercados. Lo que quiero decir es que la forma tradicional de conseguir rentabilidad en una cartera muy conservadora – productos de renta fija, estructurados, fondos de retorno absoluto y fondos de rentabilidad objetivo – no es la respuesta en el entorno actual. Y que hay una solución más simple y, sobre todo, más realista.

Imagínese un helado de chocolate, vainilla y con una guinda encima. Pues piense ahora que la bola de vainilla es un depósito de baja rentabilidad pero cero riesgo, que la de chocolate es un seguro de ahorro que a día de hoy todavía le da más del 2% a un año (a cambio de liquidez limitada, pero hablamos de un año, no de cinco). Y puede dormir bien tranquilo si elige una compañía de seguros sólida. Y la guinda: un fondo de renta variable europea. ¿Por qué de renta variable europea? Porque después del caos viene el orden. Vivimos el caos que crearon políticos incompetentes, estamos pagando sus consecuencias – nunca mejor dicho – pero el camino hacia la normalización será alcista para las bolsas. El argumento completo lo pueden ver en “La Hora de Europa II”. Y más con tipos de interés cero y el BCE regando nuestro jardín con dinero fresco para evitar la deflación y el estancamiento. Y si es usted algo menos conservador, ponga tres guindas: la ya mencionada de la renta variable europea y dos pequeñitas, una en dólares y otra libras esterlinas. El argumentario lo tiene en “El día que Yellen se hizo generosa y Draghi cicatero”.

Y no olvide que el tamaño aquí sí que importa. Las guindas deben ser como las de los helados: mucho más pequeñas que las bolas.

Antes le decía que su trabajo va a ser de autodisciplina: no puede ni debe fijarse en la volatilidad de la guinda. Sólo tiene que mirar la evolución del conjunto. Si puso 100.000 euros divididos entre, pongamos, un 15% de guinda y el resto depósito y seguro, mire sólo cómo evolucionan los 100.000 euros en conjunto. Así al menos durante un año. Le aseguro que con esos porcentajes y si sólo mira la evolución del conjunto dormirá muy tranquilo. Y la mezcla de la baja/media rentabilidad de la parte menos volátil unida a la(s) guinda(s) le dará una buena rentabilidad a medio plazo. Y el mayor riesgo que corre – que las guindas se pudran – es que se quede como está, es decir, con los 100.000 euros iniciales. Y muy mal tendría que darse.

Las malas lenguas dirán que estoy proponiendo un fondo mixto de renta fija y que para eso mejor comprar un fondo mixto de renta fija y ya está. En ese caso, además de malas, esas lenguas son iletradas financieramente hablando. Primero porque el componente de renta fija de un fondo mixto puede ser parecido a lo que propongo, pero no es lo habitual. Suelen tener bonos de distinto pelaje, que no es algo tan estable como lo que yo sugiero como base de la pirámide. Segundo, porque en la cartera conservadora que yo propongo, directa o vía fondos y seguro de ahorro, se pueden sustituir piezas, las puede sustituir usted sólo o con la ayuda de su asesor, mientras que en el fondo mixto eso depende del gestor. Y, finalmente, porque la parte de riesgo de la cartera en este caso se dirige a dos activos muy concretos que pienso que lo harán bien a lo largo de los próximos dos años – bolsa europea y dólar – y ya tendría que buscar para encontrar un fondo mixto de renta fija que sea como esta pirámide de base ancha que propongo y, encima, vaya coronada, por esas dos guindas.

Así que, si es conservador y quiere ganar más de un 2% anual sin perder el sueño, este es el postre que le sugiero, muy adecuado para el verano y a las circunstancias actuales del mercado. Evitará caer en las trampas en las que sin duda van a hacer quienes busquen ese producto milagro que te da el 3% sin riesgo alguno de pérdida.

¡Buen fin de semana!

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