Después de un fin de semana cargado, la apertura del lunes vino con algo más de tranquilidad, casi como si el puente que nos toca disfrutar fuera universal.
Pero no, hay que seguir trabajando. El proceso de reforma fiscal de EEUU avanza, lento, pero avanza. Las negociaciones sobre el brexit, con los inconvenientes políticos de Irlanda, dan un paso hacia delante para después retrocederlo. Y el Eurogrupo ya tiene un nuevo presidente con el que dar carpetazo al liderazgo del no siempre acertado Jeroen Dijsselbloem. Esto por nombrar algunos de los hitos de ayer lunes, pues son muchos más los que podríamos seguir nombrando.
Desde un punto de vista de mercado, lo más notable es el correctivo que están recibiendo las compañías tecnológicas, algo de lo más natural pensando en tomar beneficios. Determinar si se ha llegado a un punto de inflexión es algo fuera del alcance de todos los inversores, pues no han sido pocas las veces que parecía llegar el fin de las subidas de los gigantes del sector, y ahí han seguido.
Por cierto, que hablando de activos cotizados, meterse a valorar el bitcóin y hermanas exige no solo un plus de conocimiento sobre una herramienta, también tecnológica, completamente nueva, sino también de cabeza. Cabeza porque aunque es difícil augurar si el mundo de las criptodivisas ha llegado para quedarse o no, no existen, de ninguna de las maneras, variables de corte fundamental con las que poder justificar una valoración de uno o de un millón de dólares.
Girando al campo macroeconómico pocos cambios dentro de este entorno de crecimiento global acompasado. Tan solo mencionar un descenso de la confianza de los consumidores de la zona euro desde máximos de diez años, cosa comprensible, así como una recuperación del sector de los servicios chinos, pues el PMI de Caixin recupera terreno, lo que encaja con no verse afectado ni con las medidas anticontaminación ni con el esfuerzo del Gobierno por tratar de deshacer burbujas.
Buen día.