Buenos días.
Con Wall Street cerrado ayer por Acción de Gracias, y a medio gas hoy por obra de la creación comercial del Black Friday, a gastar se ha dicho. No es por consumismo, sino por necesidad, porque el consumo es la única variable que hoy por hoy soporta el ínfimo crecimiento en Occidente.
Como decíamos, las lecturas del PIB del tercer trimestre de Alemania y España mostraron que la demanda interna sigue siendo el soporte al que agarrarse y del que no soltarse. A pesar de ello, el mercado no cree que la estabilización macroeconómica sea suficiente para impedir que el BCE siga aflojando sus políticas monetarias de «cómpralo todo». Encima está el riesgo político, fielmente plasmado en el frenazo que ha sufrido la inversión empresarial en un país que, como el nuestro, se ha pasado un año en la inopia administrativa. Sin embargo, el índice alemán de clima empresarial IFO ha pasado por alto no sólo lo que puede pasar en varios Gobiernos de Europa en los próximos meses, también la elección de Donald Trump.
Para el Reino Unido «pintan bastos», porque hay brexit, pero ante todo, porque nadie sabe cómo se va a llegar al mismo. En esta semana primero se reconoció el agujero en pesetas que va a dejar la salida, para más tarde meterle un hachazo a las expectativas de crecimiento. Quizás por evitar llegar a esa situación es por lo que la reestructuración de la banca italiana se ha acelerado antes del referéndum del día cuatro. El varias veces centenario Monte dei Paschi aprobó ayer la recapitalización por valor de 5000 millones de euros, cantidad considerable en términos absolutos, pero sobre todo en relativos para una entidad que cotiza en estos momentos alrededor de 650.
Japón, emblema del fracaso de esa idea de que un banco central nos va a sacar de una crisis con orígenes más allá de lo financiero. Para comprenderlo hay que recordar que elevar el IPC nipón al 2% era uno de los objetivos fundamentales, y con el dato que ha salido esta madrugada, correspondiente a octubre, se cumplen ocho meses de caída. Y el problema es que a este paso, además de monetizar la deuda del Estado, el Banco de Japón va camino de convertirse en el accionista de total referencia de la bolsa tokiota.
Respecto al petróleo, sigue el juego del palo con la zanahoria, pero sin la zanahoria …
Buen fin de semana.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones