Sí, efectivamente las encuestas han sabido prever quiénes serán los dos candidatos finales para las elecciones del día siete. Y el mercado ha reaccionado instantáneamente como cabía esperar, con el euro ganando terreno, los bonos descontando un escenario más tranquilo y las bolsas abriendo con alegría.
Claro que aunque ya todo el mundo financiero y «civil» descuenta la previsible llegada de Macron al Elíseo, la prudencia siempre ha sido buena compañera de cita electoral, y esta vez no debe ser diferente.
La primera vuelta de las elecciones francesas sigue sirviendo para tapar otros incendios o conatos de ello. Sirvan los ejemplos de una Venezuela que se sigue desangrando lentamente, del escaso revuelo que levanta el adelanto electoral británico o del recorte al rating soberano italiano por parte de Fitch. Todos silenciados por la omnipresencia de Francia y el riesgo de ruptura del euro; claro que también todos preparados para tomar el testigo como factor principal de riesgo.
Para hacerle frente a los problemas nos hemos acostumbrado, quizás demasiado, a contar con los bancos centrales como entes todopoderosos capaces de sacarnos de cualquier hoyo. En esas se acumulan las razones para pensar que el tapering del QE del BCE aún tardará en llegar, aunque siendo más exactos, son las palabras de Draghi las que nos lo indican. Ni siquiera la buena señal de unos PMI compuestos para la zona euro en máximos de seis años hace cambiar de opinión al mercado, todavía preocupado porque no hay forma de que el bloque genere inflación incluso creciendo con cierta solidez.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones