En general, las condiciones de inversión han sido relativamente favorables en lo que llevamos de año, con avances generalizados en los diferentes mercados.
Pero hay un activo al que no le ha ido bien, el dólar, que ha perdido alrededor de un 5% desde comienzos de 2017 pues el crecimiento estadounidense del primer trimestre ha sido inferior a lo previsto y el resto de grandes monedas como el euro se han beneficiado de la desaparición de las primas de riesgo político. Sin embargo, creemos que los riesgos en el dólar son ya alcistas, pues el primer trimestre suele ser el peor para el crecimiento estadounidense desde la crisis financiera y podría esconderse cierta demanda contenida tras el mal tono del consumo. Los rendimientos reales de EE.UU. han fluctuado considerablemente desde la elección de Donald Trump y, aunque siguen siendo más altos que hace un año, hoy en día la necesidad de contar con protección es mayor.
La deuda y las acciones del sector bancario son actualmente una de nuestras apuestas de alta convicción, ya que los sólidos balances de las entidades apuntalan los porcentajes de distribución de beneficios y las valoraciones. Aunque es probable que haya otros rescates bancarios durante los próximos años como el de hace unas semanas del Banco Popular, que apenas tuvo incidencia en el conjunto del mercado, seguimos creyendo que los fundamentales sólidos y una buena selección activa de títulos protegen frente a ese riesgo. En cuanto a los bancos estadounidenses, están más baratos después de la presión vendedora de los últimos meses y creemos que los rendimientos tienen recorrido. Respecto al resto de la renta variable, en general preferimos las regiones bursátiles que ofrecen dividendos crecientes y seguimos adoptando una postura más defensiva en nuestra exposición, pero sin dejar de seguir expuestos a los crecientes flujos de rentas de algunas bolsas, como por ejemplo las de Asia-Pacífico. Si nos centramos en Europa, tenemos una exposición importante pese a que ahora es más sensible a la inflación dado que las empresas europeas suelen ser “aceptadoras de precios” en lugar de ser capaces de fijar los precios de sus bienes por sí mismas. Por ello, hemos diversificado de forma más amplia, invirtiendo en infraestructuras y el ya mencionado sector bancario.
Y quiero terminar mencionando la deuda emergente en moneda nacional pues es un activo sobre el que seguimos siendo optimistas, aunque a la vista de la magnitud y velocidad de las subidas recientes nos parece prudente recoger algunos beneficios y estar atentos para reforzar posiciones cuando desciendan las valoraciones.