La jornada de ayer transcurrió, como viene siendo habitual, entre mensajes, a veces contradictorios, que salían tanto desde Washington como de Pekín. Podríamos extendernos todo lo que quisiésemos en este punto, pero lo cierto es que no hay nada nuevo que comentar y que así será en tanto en cuanto ambos países no fijen una fecha para volver a sentarse a la mesa. Y además, como la gran mayoría de cosas repetitivas de la vida, aburre un poco.
¿Entonces por qué lo mencionamos? Pues porque nos guste o no, sigue moviendo los mercados. Así, asistimos a una sesión de signo mixto en las principales plazas mundiales, con los sectores más defensivos presentando un mejor comportamiento y las principales referencias de renta fija dejándose algo más de rentabilidad por el camino. Y el bund alemán está ya en el -0,10%. Y los tramos 2-7 años del treasury a cinco puntos básicos de invertirse… Impensable para una mente no financiera que aceptemos que nos paguen lo mismo por prestar nuestro dinero dos años que dejarlo siete.
La publicación del acta de la reunión de mayo de la Reserva Federal prácticamente ni inmutó a los inversores, pues tampoco traía ninguna sorpresa: los tipos permanecerán estables por ahora, la economía crece y no existen presiones inflacionistas preocupantes.
Si cogemos un espejo y lo ponemos frente a Estados Unidos, tendríamos Europa, en el sentido de las noticias, que no en los niveles. El BCE publicará las notas de su reunión, de las que tampoco se espera gran cosa. Alemania dará a conocer el dato final de crecimiento del primer trimestre de 2019, que, si no existen sorpresas, pondrá fin a dos trimestres consecutivos de depresión del mismo y de preocupación sobre el estado de la locomotora germana.
No es que Europa esté para tirar cohetes, pero al menos parece que, esta vez, hemos conseguido salir del bache. Y digo esta vez, porque el domingo tenemos unas elecciones europeas que se antojan las más polarizadas de la historia, que pueden complicar un futuro ya de por sí no muy halagüeño. Y con el morbo de ver a unos ciudadanos británicos condenados a salir de la Unión, votando a sus representantes en la misma, mientras el partido conservador no consigue echar a Theresa May del poder ni con agua caliente.
Buen día.