«La economía estadounidense es muy fuerte y está bien posicionada para manejar una política monetaria más restrictiva», o al menos esto es lo que trató de transmitir Jerome Powell ayer desde el Comité Bancario del Senado. En su comparecencia, aseguró que el organismo tiene la intención de subir los tipos de interés hasta el 3-3,5% a final de año. Estas declaraciones chocan con el aumento de las expectativas de recesión que manejan entidades como JP Morgan, Citi o Bank of America. Por otro lado, el presidente de la Fed siguió advirtiendo de los problemas de oferta por la política de cero COVID-19 en China.
Las bolsas estadounidenses reaccionaron al alza tras una apertura bastante débil, en especial el Nasdaq —pasó de caer más del -1% a prácticamente cerrar sin pérdidas― que parece haber digerido relativamente bien el escenario planteado por los bancos centrales. El mercado tiende a ser una máquina casi perfecta adelantando previsiones, el problema viene cuando reina la incertidumbre. Por eso son tan importantes los mensajes de Powell o Lagarde. Ahora bien, seamos claros, mientras no esté controlada la inflación las probabilidades de seguir inmersos en un mercado bajista son muy altas.
El petróleo va camino de otra semana complicada tras los planes que anunció Joe Biden para recortar los costes de los combustibles. En principio, se espera que el presidente de Estados Unidos suspenda temporalmente el impuesto federal de 18,4 centavos por galón de gasolina. Además, siete compañías petroleras se citarán con Biden este jueves. No sé muy bien qué les va a decir, pero no creo que los precios actuales dependan de Exxon o Chevron. Por otro lado, la Agencia Internacional de la Energía ha avisado a Europa para que tomen medidas ante la posible interrupción total de las exportaciones de gas ruso este invierno. Recomiendan también mantener las plantas nucleares y aumentar el uso de carbón para reducir la dependencia energética. Se nos va a disparar la huella de carbono.
Feliz jueves.