“Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy muy seguro”
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”
No sólo en el campo de la física, sino también en el de la psicología humana dejó un extenso legado Albert Einstein, plenamente aplicable por siempre jamás y en cualquier ámbito de nuestras vidas.
Y los mercados financieros no son la excepción, pues reiteradamente se empeñan en sacar a relucir su componente más humano, porque por mucho que hablemos de números y máquinas, detrás siempre hay personas. Y como personas que somos, los activos sufren el componente emocional que no tiene explicación más allá de la simple definición del comportamiento irracional o del miedo del dinero.
Ejemplos sobran acerca de picos de estrés que, sí, pueden estar relativamente fundamentados para darnos un buen susto y nada más. Pero cuando del susto pasamos al infarto, debemos parar, enfriar y pensar si un temor ilógico se ha apoderado del mundo inversor. Pero muy por encima de todo esto se sitúa la inalienable predisposición de cualquiera de nosotros no a errar, sino a aprender del fallo y volver a, plenamente conscientes, repetirlo. ¿Estupidez infinita o locura?
Llegados a este punto, echamos la vista atrás y comprobamos que no ha pasado ni siquiera un año de los días en que el Bund estuvo cotizando al 0,1% de rentabilidad. Hoy ligeramente por encima del 0,2% y cayendo, porque el vicio de la complacencia es otro de los muchos fallos de las personas. Para quien no recuerde o haya hecho borrado de memoria, el bono alemán a diez años llegó a rentar prácticamente 0% en primavera, y no hizo falta nada más que un amago de repunte de las perspectivas de inflación para que se produjera un estallido en el mercado de renta fija, con su consecuente efecto arrastre sobre todos y cada uno de los activos. Todos, ya despiertos de un sueño perverso, hicimos autocrítica y comprendimos que la curva alemana, por muy refugio que sea, no puede hundirse en territorio de rentabilidades negativas, simple y llanamente porque no puede. Sin más, aunque el bono de Suiza lleve un tiempo ahí instalado, cobrar por el equivalente germano era síntoma de un mercado anómalo.
¿La reacción? Ponerlo todo de su parte para volver a generar un episodio de locura colectiva ya vivida pero convenientemente olvidada, porque si el mercado así lo cotiza, así debe ser … En este entorno constantemente cambiante, comprar deuda alemana tiene puntos indiscutibles a su favor, especialmente con el argumento, un tanto agotado ya, de las compras del BCE. Sin embargo, cuando ya hemos pasado por esto, nosotros, los mismos de hace diez meses, quizás tengamos que hacer ese alto en el camino tan necesario para evitar repetir los errores del pasado una, y otra (…) y otra vez.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de inversiones