La guerra comercial entre EE.UU. y China avanza sin oposición real, con los primeros empezando a detallar contra qué productos va la primera batería de aranceles y los segundos fraguando una respuesta, veremos si del mismo, mayor o menor calado.
El otro apartado, el de la tecnología, no es que se presentara con nuevos escándalos, pero sí que pesa la incertidumbre sobre si los Gobiernos se plantean acotar de alguna manera los agigantados pasos de esta revolución digital.
Por lo que a la economía en sí se refiere, todo en orden. Los PMI de manufacturas europeos se encargaron de ayudar a confirmar lo que viene siendo en las últimas semanas, que no es otra cosa que la constatación de que la actividad real crece, pero a una menor tasa, que lo de los últimos meses ya era demasiado. Exactamente el mismo camino es el que está siguiendo no ya EE.UU., que lo confirmó el lunes, sino China, pues los Caixin de servicios e industria también han cedido algo, aunque todavía en terreno de crecimiento.
En tema de política, por más que lo olvidemos, hay vida más allá del amago de guerra comercial entre las dos superpotencias globales. En Italia, tan fiel a su estilo ingobernable, el populismo de un lado ha rehusado formar gobierno con el populismo del otro, por lo que la partida sigue abierta y los activos europeos, a buen seguro, sufriéndolo como es costumbre.
Buen día.