Con estas pocas palabras del subtitulo se resumen las consecuencias de las declaraciones de Janet Yellen sobre la casi segura subida de tipos de diciembre, además de las ganas compradoras de los mercados en un entorno favorable al riesgo.
Como la economía marcha, el impacto de la actual saga mundial de políticos es, gracias al cielo, bastante limitado… por días. Los inversores, por cansancio, han perdido la mayor parte de la fe en los Trumponomics, por lo que tampoco importa demasiado el último fracaso de reformar el sistema sanitario norteamericano. Sin embargo, ya que el Obamacare se resiste a morir, toca distraer al público con el verdadero puntal de las promesas de Trump, la reducción de impuestos. Si llega, magnífico, pero si no, los datos de la actividad económica del país se valen por sí solos, ahora solo con la excepción, quizás puntual, de un sector de la importancia del inmobiliario, que lleva una semanas navegando por aguas complicadas.
Tampoco se le da muchas vueltas al brexit, visto que las negociaciones van para muy largo, y si se puede, más allá de los dos años legalmente establecidos. Lo último es la marcada rebaja de la agresividad en el tono de la premier Theresa May, consciente de lo que está por llegar en todos los ámbitos del día a día británico. Además, llama la atención el discurso «político» del economista jefe del Banco de Inglaterra, tratando de vender como positiva una subida de tipos inminente que responde exclusivamente a la nefasta gestión del referéndum de salida de la Unión Europea.
Y el petróleo… volviendo a caer ahora que los huracanes han dejado de azotar EEUU y permitiendo a los productores aprovechar la coyuntura de precios moderadamente elevados. En resumen, se demuestra otra vez más que la oferta es tal que cualquier subida del precio del barril deber ser vista con recelo hasta nueva orden.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones