Buenos días.
El efecto balsámico que produjo Mario Draghi el jueves tuvo continuidad el viernes para unos inversores necesitados de ayuda, con lo que ha quedado patente que la volatilidad está aquí para no abandonarnos en mucho tiempo.
Las recientes caídas de los mercados de riesgo en ningún caso habían venido obedeciendo al empeoramiento de las condiciones económicas, aunque el ruido de dichos descensos sí está teniendo un impacto a posteriori, aunque muy limitado. El PMI compuesto de la zona euro ha retrocedido por el enrarecimiento producido en las plazas bursátiles, a pesar de que este movimiento no ha sido muy acusado. Por la parte que le corresponde, EEUU tampoco mostró una serie de indicadores macro a destacar más allá de incrementos en la venta de vivienda existente, pues tanto el índice de indicadores avanzados, como el regional de actividad de Chicago cedieron más terreno del que ya se esperaba.
El efecto negativo sobre una gran cantidad de economías que el desplome de las materias primas puede tener está pesando más que los positivos, que son muchos. Después de varios meses sufriendo déficit comercial, en gran medida debido al parón nuclear posterior a Fukushima, Japón ha vuelto a registrar superávit en comercio exterior a consecuencia de importar materiales a precios de récord, ayudado también por la depreciación del yen.
Para no perder las buenas costumbres, el factor político sigue azotando Europa. En Portugal no se entiende el juego en el que un día están unos y al siguiente están los otros, pero es España para la que no hay excusas, ni aquí ni más allá de los Pirineos, porque el tiempo pasa, las reformas no llegan y a este paso la inversión extranjera tampoco lo hará.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones