Buenos días.
Los estudiantes de Hong Kong pueden desafiar al Gobierno chino, el conflicto ucraniano volver a prender o, en menor medida, Fitch «amenazar» a Cataluña en caso de independencia, pero lo cierto es que cuando la inflación de la zona euro sale a la palestra, se convierte en el tema absolutamente dominante de los mercados financieros.
El IPC preliminar de septiembre ha vuelto a demostrar que la actividad europea está sufriendo, pero lo hace con matices, puesto que el subyacente, que no cuenta con alimentos sin procesar ni sobre todo energía, crece un 0,7%, lo que demuestra el impacto de factores externos. Ni siquiera el gran tirón de las ventas minoristas alemanas, que muestran que la demanda interna teutona sigue en pie, fue suficientes para hacer frente al miedo a la deflación, lo que nos llevó de vuelta al lo malo es bueno, en clara referencia a la necesidad de que el BCE intervenga. Vista la actual política monetaria en Europa no es de extrañar que el euríbor cierre septiembre en nuevos mínimos históricos o que el euro esté en niveles de 2012 frente al dólar y la libra, más cercanos a la subida de tipos que al lanzamiento o la supervivencia de un QE.
En España se presentaron en el Congreso de los Diputados los PGE para el año 2015, a los que el Gobierno llamó de la «consolidación» y que en términos estrictamente financieros nos deja lo siguiente: la deuda superará el 100% del PIB por primera vez, los costes medios (que no los totales) de financiación serán inferiores, así como el hecho de que el menor incremento del debe del erario respecto a otros años se deba a la consolidación fiscal y a la ausencia de factores coyunturales tales como el Fondo de Liquidez Autonómico o el Fondo para la Financiación del Pago a Proveedores. En el mismo día se publicó el déficit hasta junio, que sube hasta el 3,4%, por debajo del cosechado doce meses atrás pero aún en niveles excepcionalmente altos para un país que aspira a ahuyentar definitivamente los fantasmas de la gravísima crisis de los últimos años.
Por otro lado pero ni mucho menos de menor importancia, los dos referentes anglosajones hicieron públicos indicadores económicos de relevancia. En el Reino Unido, el PIB batió las previsiones del consenso por una décima al registrar un crecimiento del 0,9% en el 2T14, lo que da más munición al Banco de Inglaterra para alertar sobre subidas de tipos. Mientras tanto, la macro norteamericana fue decepcionante en su totalidad, pues confianza del consumidor de The Conference Board, PMI de Chicago y precio de la vivienda Case-Shiller quedaron por debajo de lo esperado.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones