Buenos días.
Aunque aquí, en España, ayer celebramos con orgullo el día de la Fiesta Nacional, de la Hispanidad y del Pilar, el mundo no gira a nuestro alrededor y prosiguió con su «dulce» rutina a cuenta de las divisas, del petróleo y, sobre todo, de la política internacional.
El actual Gobierno británico está perdiendo todo su crédito en tiempo récord por culpa de las declaraciones antagónicas sobre quién decidirá los términos de salida del Reino Unido de la UE. Primero fue Theresa May, acorralada por poner los activos británicos en el punto de mira de los inversores, la que señaló al Parlamento británico como decisor en última instancia, quizás con la intención de suavizar el mensaje y la animadversión que ha despertado su discurso hasta ahora. Pero no tardaron en saltar las voces contrarias, es decir, favorables a que sólo un ejecutivo partidario de romper con Europa por las bravas sea el que decida. La que más sufre, además del británico de a pie que antes o después acabará pagando la factura, es la libra, convertida en catalizador de los mercados financieros.
También el petróleo está teniendo un peso creciente en el día a día financiero. Las últimas noticias (si es que así se les puede llamar) apuntan a un acuerdo en la próxima reunión de la OPEP para reducir la producción, lo que es lógicamente recogido en la cotización del barril. Los escépticos, que no son pocos, se escudan en dos factores: primero, los antecedentes de traición múltiple; y en segundo lugar el peso de los frackers, que no responden ante el cártel, y que no tardarían en sustituir las cuotas de extracción.
Donald Trump ha terminado de convertirse en un outsider total de la política de EEUU. Ya no son los muchos colectivos a los que ha menospreciado, sino que ya son pocos los que le apoyan dentro del propio Partido Republicano, pero nadie se atreve a vaticinar una victoria de Clinton, porque las cosas nunca pasan hasta que pasan. Lo que tiene una probabilidad de casi el 100% de ocurrir este año es que la Reserva Federal suba los tipos de interés en otros 25 puntos básicos. Así lo recogen las actas de la última reunión, así que, aunque sólo sea un poco, algo habrá que creer.
Desde un punto de vista económico, Europa continental tampoco ha empezado a notar aún los efectos del brexit, a pesar de que es evidente que no va a salir indemne. Mientras eso llega y no llega, la confianza inversora alemana ZEW repunta con fuerza, lo que significa otro indicador adelantado alemán que refleja el optimismo de cara a los próximos meses en el corazón de la zona euro. Por cierto, una zona euro en la que también la producción industrial mejora de forma más que notable.
Saltando a China, los datos de la balanza comercial publicados esta madrugada cortan la buena racha de referencias sobre la actividad del gigante asiático. Y es que el superávit comercial ha sido mucho menor de lo que se esperaba, no ya por la inesperada caída de las importaciones, sino debido al desplome de las exportaciones. La pregunta sobre el estado de la demanda global es obligada.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones