Buenos días.
Con la fortísima subida que había experimentado el petróleo el viernes, no se le pedía demasiado para poder fraguar una vuelta atrás, y con ello marcar la senda bajista de las bolsas mundiales para seguir demostrando quién manda aquí. Al mismo tiempo que la propia OPEP pide a los productores no miembros de la misma relajar los niveles de extracción, algunos de sus integrantes, como los fronterizos y enemigos Irán e Iraq, han puesto su industria petrolera a pleno rendimiento, muy en la línea de la intransigencia saudí para acabar con cualquier amenaza competitiva al precio que sea.
El otro «driver» (catalizador, para los amantes del castellano) del mercado durante este primer mes del año ha sido y está siendo China, cuyas interconexiones con el precio del petróleo son más que evidentes. Así que cuando el nerviosismo aprieta por la razón que toque, ni siquiera otra inyección de liquidez de su banco central sirve para calmar los ánimos ni hacer frente a las apuestas bajistas. Esto tiene pinta de seguir en el corto plazo por cuanto no se termine de discernir sectorialmente dentro de la desaceleración, pues las propias autoridades del gigante están realizando constantes alusiones a la necesidad de reducir la inmensa capacidad de la industria pesada, que se verá reflejado a la baja en los indicadores macroeconómicos del sector secundario.
El efecto Draghi ha quedado neutralizado, al menos por el momento, a consecuencia del efecto petróleo. Quizás por eso que ayer el presidente del BCE volviera a plegarse al guión sobre la plena predisposición del organismo a incrementar el QE por la vía que se termine haciendo. De aquí a la próxima reunión del banco, en marzo, muchas son las cosas que pueden suceder, pero mientras vamos sabiendo que, aunque con ciertos atenuantes, el clima empresarial medido por el IFO ha sufrido en el presente mes de enero, mostrando además que no existe la plena inmunización a lo que suceda en la otra punta del planeta.
Buen día
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
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