Las bolsas caen arrastradas por el temor a una guerra comercial entre China y Estados Unidos.
El presidente Trump anunciaba ayer nuevas sanciones comerciales contra productos chinos por valor de 50.000 millones, acusando al gigante asiático de robar tecnología y derechos de propiedad intelectual. Mientras, el gobierno de Xi Jinping prometió responder a estas medidas. Todo apunta a que el próximo episodio de esta guerra lo sufrirán los agricultores del Medio Oeste americano, votantes republicanos.
En este caso Europa ha salido mejor parada, pero a ver cuánto tiempo tarda Trump en darse cuenta del déficit comercial de la primera economía del mundo con la zona comunitaria. Por ahora nos libramos hasta de las restricciones al acero anunciadas hace un par de semanas. Pero los empresarios empiezan a estar preocupados y las encuestas de actividad del sector privado han registrado en marzo mínimos de más de un año. Aunque la media de la lectura del PMI del primer trimestre sigue siendo relativamente alentadora, indicando un aumento del PIB de 0,7-0,8%, la pérdida de impulso desde el boyante inicio de año ha sido bastante drástica. De hecho, la confianza de los empresarios alemanes sufría un nuevo revés.
Los bonos están sirviendo de refugio, aunque no de una manera tan clara como cabría esperar. Es posible que el mercado este descontado que imponer aranceles implica que los productos se volverán más caros e incentivarán la inflación, pero los efectos negativos para la economía de una guerra comercial podrían provocar precisamente lo contrario.
Hoy, Viernes de Dolores, la comunicación de datos macroeconómicos será escasa, pero eso da igual a un mercado que vuelve a vivir de las decisiones políticas y ha dado la espalda a los buenos datos económicos publicados en los últimos doce meses.
Buen fin de semana.