El mercado volvió a disfrutar ayer de una sesión de complacencia en la que la gran alegría del día fue la derrota por KO de Theresa May.
Curioso esto, pero lo que vienen a interpretar los inversores es que como los parlamentarios británicos no saben lo que realmente quieren, entonces la opción más probable es una prórroga del brexit. De momento la premier ha salido viva de la moción de censura, solo que el escenario que se abre es tan amplio, que las probabilidades apuntan hasta en la dirección más disparatada posible.
Un comienzo positivo como el que están presentando los principales bancos de EE.UU. siempre ayuda. Y es que aunque está la trampa de las revisiones a la baja, las bolsas necesitan con carácter de urgencia una temporada de resultados trimestrales que justifique a todos aquellos que sostienen que las compañías siguen presentando beneficios y que, por lo tanto aún queda lejos la próxima recesión mundial.
A nadie escapa que un inicio de año como el actual sería imposible de no ser por el cambio de tono en dos asuntos clave. Por un lado, las políticas monetarias, pues o bien se ha dado el alto a las subidas (EE.UU.) o bien se ha pospuesto (Europa), sin contar con los que directamente han vuelto a la senda de los estímulos (China). El otro punto necesario es la supuesta mejora de las relaciones entre EE.UU. y China, aunque justo ayer volvía a coger forma la amenaza del «problema Huawei», que tanto y malo ha hecho por la normalización de las tensiones comerciales.
Por el lado económico, la lectura del Libro Beige de la Reserva Federal casa plenamente con la actualidad, pues ha tenido que rebajar la sensación de franca mejora de hace unos meses. A saber, los culpables son el endurecimiento de las condiciones monetarias, la volatilidad de los mercados financieros, la no-guerra comercial y todo lo que envuelve la política, porque no olvidemos que aunque no lo parezca, la Administración Federal sigue cerrada.
Buen día.