Europa abrió la semana capitulando ante los problemas que se pueden derivar del «y tú más» arancelario, así como de la posibilidad de que la inestabilidad política alcance también a Alemania. Así que como siempre, tuvo que abrir Wall Street para proteger a las bolsas europeas, incapaces de mantener el tipo ahora que la región ya no lidera el crecimiento mundial.
Sin embargo, a última hora de la tarde Angela Merkel sacó al animal político que tanto tiempo lleva gestando para anular la amenaza de que la CSU bávara pudiera acabar con su reinado de doce años. Esto tiene que ser bien recibido por quien vea Europa como una inversión posible, claro que aún con el miedo a qué pueda hacer Italia, por ejemplo. Esto por lo que corresponde a Europa, pues en lo referente a la espiral de tarifas todo sigue igual o peor, con EE.UU. poniendo y recibiendo más limitaciones al intercambio de bienes con el fin último de alcanzar un marco internacional de comercio entre iguales. O eso nos dicen.
Por la vía de la macroeconomía los adelantados de manufacturas vinieron a confirmar dos cosas: En primer lugar que EE.UU. goza de las mejores perspectivas después de que el ISM de junio subiera por encima de los 60 puntos, mientras que Europa no consigue darle la vuelta, pues el PMI, aún en niveles elevados, es el más bajo en año y medio. La otra conclusión es que los fabricantes, sean de la nacionalidad que sean, ya muestran abiertamente la preocupación por la posibilidad de una guerra comercial real, asunto este muy a tener en cuenta.
Buen día.