Decía Deng Xiaoping: «¿Qué importa que el gato sea blanco o negro con tal de que cace ratones?».
Y nosotros nos preguntamos: ¿Esos gatos son eficientes o eficaces?
Eficiencia y eficacia son dos conceptos que, de manera errónea, suelen usarse indistintamente. Así, por ejemplo, un gato es efectivo si espanta a los ratones pero es eficaz si los atrapa y los elimina, que es el efecto que se desea.
¿Y esto, con todo respeto hacia la figura del consejero, cómo se aplicaría al consejo de administración de una compañía?
Como inversores, pensamos que un consejo eficaz es fundamental para la gobernanza de una compañía, independientemente de su tamaño o industria. Pero además, debe ir acompañado de procesos y estructuras robustas que inviten a discusiones francas y abiertas.
El buen gobierno corporativo es un proceso de mejora continua, y hay algunos aspectos críticos de los consejos eficaces: revaluación periódica de las habilidades requeridas de los consejeros y de la composición del consejo para adecuarse a las necesidades del negocio, evaluación anual de los consejeros para detectar áreas de mejora.
Pero, ¿cómo podemos mejorar su eficacia?
Algunos de los elementos más relevantes, a la hora de medir la eficacia de un consejo son:
En definitiva, cuando analizamos invertir en una compañía, buscamos, como Deng Xiaoping con sus gatos, que su consejo sea eficaz, que entienda adecuadamente su negocio y el sector en el que se desenvuelve y, cómo no, que cace ratones. Es decir, que tome decisiones, bien fundamentadas, en interés de la compañía a largo plazo.