A la vista de los bajos volúmenes de negociación de ayer podríamos pensar que los inversores se pasaron el día mirando a las pantallas y comiendo palomitas como quien va al cine, a la espera de la publicación del acta de la reunión de enero de la Reserva Federal. La película era como las típicas de sobremesa del domingo, en la que solo por el título ya sabes lo que va a pasar, pues tanto lo de que el Comité está teniendo en cuenta todos los factores (endógenos y exógenos) de riesgo para la economía norteamericana, como lo de que el calendario de subidas de tipos ha quedado congelado por ahora es bien sabido por todos. Quizá lo más novedoso era la mención a una posible pausa en la reducción de su balance, bien recibido por las bolsas, pero pendiente de que halcones y palomas se pongan de acuerdo en este punto.
Mientras la autoridad monetaria hacía su parte del trabajo, la Administración seguía acercándose paulatinamente a la resolución del conflicto con China. Los rumores dicen que están ya en el punto de redactar un documento con los principales acuerdos que incluirían menciones a la defensa de la propiedad intelectual y de la apertura del gigante asiático a las compañías extranjeras. Ahora que este acuerdo está bastante encaminado, Trump ha decidido buscarse un nuevo entretenimiento —construcción de muros aparte— siendo esta vez Europa su víctima. La vehemencia con la que se siente a negociar con Juncker dependerá, muy probablemente, de si el estudio encargado al Departamento de Comercio llega a la conclusión de que el sector automóvil es un tema de seguridad nacional.
Reino Unido no quiere que pase esta época en la que el mundo anglosajón, el de ambos lados del Atlántico, está tan de moda. Theresa May sigue sufriendo reveses, esta vez dentro de su propio partido, con tres tories dimitiendo para unirse a un movimiento creado por discordantes laboristas que buscan la celebración de un nuevo referéndum, previa consecución de las facultades de negociación con la UE para el Parlamento.
Mientras, en Bruselas buscan formas de seguir impulsando la economía sin tener que volver a la compra de activos. En su lugar, los que volverían serían los TLTRO (préstamos condicionados a largo plazo) a los bancos, buscando que la transmisión a la economía real y a las familias vía concesión de crédito sea más veloz. Bueno para los dopados activos financieros, mala señal para la salud económica de la eurozona.
Buen día.