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14/03/2018 AUTOR: Amílcar Barrios Vilallonga Morning meeting

Cese fulminante de Tillerson

Cese fulminante de Tillerson

Se huele el miedo a todo lo que sea ver a Trump haciendo del verdadero Trump y contra eso no hay fortaleza del entorno o de los beneficios que valgan.

Los inversores llevan años sin estar preparados para que les roben «la Navidad», ni tampoco lo están para lo que sea conflicto político en EEUU, porque para Europa el cuerpo ya está de vuelta. Menos mal, por el bien de los activos de riesgo, que al menos en el muy corto plazo las presiones inflacionistas están demostrando quizás haber sido un vano espejismo.

El cese fulminante de Tillerson al frente de Exteriores no ha sido tan mal recogido como el nombre de su sustituto, un ortodoxo republicano que no solo amenizó la jornada de ayer, sino que promete movimiento en los próximos meses. Y quién sabe si con esto la geopolítica internacional volverá al centro del tablero, con Corea e Irán como protagonistas confirmados, más la posibilidad de contar con China como invitado de excepción.

Decimos China, porque después de un pequeño gran paso respecto al aluminio y el acero, el siguiente objetivo puede ser de país y no de producto, dado que con el America First hay que defender lo americano de lo extranjero. Claro que «calentarle los cascos» a un socio comercial preferencial y gran tenedor de deuda, a la vez que enemigo no declarado en Asia-Pacífico, siempre puede acabar en un periodo de reflexión en el que las amenazas terminan por perder intensidad. No es por restarle méritos a nadie, es que ya lo hemos visto antes.

Los inversores nunca caminarán solos cuando de miedo se trata. Ahí estuvo por ejemplo la OCDE, sumándose a las voces muy autorizadas de que una guerra comercial a gran escala bien podría acabar con el mejor periodo de crecimiento económico de la era post-Lehmann. Y quién sabe si peor.

Pero no era el día de la OCDE ni tampoco, sorprendentemente, de fijar toda la atención en los datos de inflación de EE.UU. El que tanto el IPC general como el subyacente se quedaran anclados donde estaban, 2,2% y 1,8%, respectivamente, no tiene por qué ser un dato insulso, pues puede estar indicando que, como decíamos al principio, la presión en precios no es tan profunda como parece creer parte del mercado. Sin embargo, esto no es impedimento para que este mismo mercado esté instalado en el convencimiento de que las subidas de tipos van a continuar.

Fuera de lo de siempre, bancos centrales y más política, no podemos pasar por alto la última lectura de confianza de las pequeñas compañías de EE.UU., que en febrero alcanzó el segundo nivel más alto en su historia, demostrando cómo muchas veces los «civiles» reflejan la desconexión que hay en Palacio de la vida real.

​Buen día​.

Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones

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