Así está el mercado, que con el negro recuerdo de 2018 grabado a fuego, no sabe si creerse del todo o no la fortaleza de las subidas, que lo ganado hasta la fecha es demasiado para perderlo de vista.
El cambio radical del mensaje por parte de los bancos centrales está siendo a todas luces el factor determinante en esta vuelta al paradigma del «si peor, mejor». Como ya lo hiciera el acta de la Reserva Federal, la de la última reunión del BCE viene a confirmar que el banco está plenamente dispuesto a volver a las andadas con las inyecciones de liquidez a través de las TLTRO a los bancos. Y esta vez el mensaje puede tener una carga superior, porque aunque parecía que la desaceleración era circunstancial, ahora sí incluye la fragilidad del sector de los automóviles como una realidad palpable.
Tanto negativismo (no visto en muchos años, por cierto) por parte del BCE sigue las pautas del resto de autoridades monetarias, pues ya es sabido que la Reserva Federal se tiene que tomar con calma la normalización/endurecimiento de sus políticas, el PBoC chino ha dejado bien clara su predisposición a todo para salvaguardar la economía y ya de paso le preeminencia del Partido y sus cifras de crecimiento. Y el Banco de Japón también, pero son ya tantos años…
Lo bueno y lo malo no acostumbran a llegar solos y esto también se está cumpliendo en el mundo económico-financiero. Flexibilidad monetaria por un lado y proximidad de un acuerdo entre EE.UU. y China por el otro. Falta hace esto último en muchos más países que solo las dos grandes potencias. ¿Que no? Pues ahí está el PMI compuesto europeo, bueno y malo a la vez. Bueno porque los servicios demuestran cierta fortaleza quitando el impacto de los chalecos amarillos en Francia, pero malo sobre todo al poner los ojos en Alemania, el país que más está pagando por las tensiones del comercio.
Buen fin de semana.