Lo más importante ayer no fue el estreno en Los Ángeles de la nueva película del Rey León, aunque podría haberlo sido, porque el Rey León es el Rey León. Este honor se lo quitó Jerome Powell en Washington, durante su comparecencia ante la Cámara de Representantes. Tras unos días de travesía en el desierto de los mercados tras los buenos datos de empleo norteamericano, el presidente de la Reserva Federal calmó a los inversores diciendo lo que no debería alegrarnos: que no todo es perfecto y que hay riesgos. Como respuesta: subidas de las bolsas.
Pero ni antes éramos tan buenos ni ahora somos tan malos, pues el escenario central de la autoridad monetaria es el de un mercado laboral y un crecimiento que se mantengan saludables, siendo los riesgos externos y el debilitamiento del crecimiento global las amenazas para la economía estadounidense. Con todo esto, el consenso otorga hoy una probabilidad del 100% de que el 31 de julio se produzca una rebaja en los tipos de interés de referencia, lo cual puede estar refrendado por el acta de la reunión de junio, en la que los propios miembros del comité se muestran proclives.
Con este foco central, podemos olvidarnos de hablar del mejor activo del día. Ayer se produjo un nuevo episodio de tensión en el estrecho de Ormuz, esta vez, presuntamente con tres barcos iraníes que bloqueaban el paso a un petrolero de BP. La aparición en escena de la marina británica solucionó el problema y, aunque Irán niega este evento, lo cierto es que ya todos somos capaces de señalar Ormuz en el mapa. Evidentemente, y dado el enclave estratégico del que estamos hablando, el precio del petróleo reaccionaba al alza.
Hoy Jerome Powell volverá a dar un discurso, esta vez ante el Comité Bancario del Senado, donde no creemos que cambie la línea seguida ayer. Pero cosas más raras hemos visto.
Buen día.