El ser humano es maravilloso. Si bien es cierto que nuestras finanzas o nuestras inversiones no varían de un día para otro, parece que los cambios de año suponen un cambio de mentalidad tal que rápidamente nos olvidamos del desastroso ejercicio anterior. Las primeras semanas de este 2023 están sirviendo a los inversores para hacer borrón y cuenta nueva. La pregunta que ahora surge es: ¿Hasta cuándo aguantará el optimismo de los inversores?
Ni siquiera un dato de inflación elevado (9,2%) en Europa aguó la fiesta. Como no lo había hecho el 6,5% de Estados Unidos la semana anterior. Algunos dirán que venimos de muy arriba. Pero las cifras son altas lo mires por donde lo mires.
Los mercados cerraron con ligeros retrocesos a nivel semanal y eso que el viernes los inversores hicieron todo lo que pudieron para evitarlo. Sí que lograban el pleno de semanas en verde en lo que va de año el Nasdaq y el Hang Seng, a los que les ha sentado muy bien el nuevo calendario. Y otros siguen con fuerza como nuestro Ibex.
Los primeros datos conocidos de la temporada de resultados trimestrales de beneficios nos están deparando menos sorpresas positivas que los anteriores trimestres. Es cierto que por ahora únicamente han presentado sus cuentas 55 empresas del S&P 500 y ocho del Stoxx 600, por lo que es pronto para hacer balance. Pero, con los pocos datos conocidos, podemos decir que la tecnología no pasa por su mejor momento. Algo parecido le sucede a un sector tan dependiente de la situación económica como es el de materiales.
Donde estamos viviendo un cambio radical de actitud respecto al pasado ejercicio es en los mercados de bonos. Los datos de desaceleración de la inflación han servido para que los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos hayan iniciado el año en tendencia a la baja, con la referencia del 10 años cerrando el viernes en 3,48%, un poco más alto del mínimo intradía de 3,37% marcado el jueves, su nivel más bajo desde poco después de la reunión de la Fed de mediados de diciembre. El alemán cerraba la semana cerca del 2,15%, lejos del 2,55% en el que cotizaba hace apenas unas jornadas. Esto significa que los inversores que tuvieran un bono alemán comprado a principios de año con vencimiento en 2033 habrían ganado casi un 4% en apenas quince sesiones de mercado.
Además, el mercado primario parece que ha vuelto a la actividad. Tras un año de letargo, volvemos a ver emisiones tanto de empresas de buena calidad crediticia como de otras más vulnerables, pero que llevaban un año “tirando de colchón” ante la inestabilidad pasada. Algunos directores financieros habrán pensado que hay que aprovechar mientras se pueda, no vayamos a encontrarnos turbulencias a la vuelta de la esquina, o más bien tras las próximas reuniones de bancos centrales. Esas que se celebrarán a principios de febrero y que nos pueden llevar de vuelta a la triste realidad de desaceleración económica, inflación y subida de tipos de interés.
O no tan triste, puesto que los últimos datos económicos que hemos conocido, como el PIB de Alemania y el Reino Unido, los datos de empleo de la eurozona, los indicadores de confianza de Sentix, las ventas de viviendas de segunda mano de Estados Unidos… podrían servirnos de muestra de que la economía se mantiene relativamente saludable. A lo mejor, la Reserva Federal, el BCE, el BoE… logran un «aterrizaje suave». Eso, o que ya nos da igual todo, incluso que la inflación en Japón se situé en el 4%. Sí, han leído bien: inflación en Japón.
Esta semana vendrá cargada de noticias. Seguro que el Gobierno de China nos sorprende con motivo de la celebración de su año nuevo con alguna nueva noticia (domingo 22). Además, conoceremos las cuentas anuales/trimestrales de más compañías y en el apartado macro, los PMI de la zona euro y Estados Unidos, los datos del PIB del cuarto trimestre, la confianza de los consumidores y el PCE de Estados Unidos, así como la reunión del Banco de Canadá marcarán la senda de los mercados.
Feliz lunes.