Ayer tuvimos un escenario que ya no recordábamos. Después de los comentarios de los bancos centrales, las bolsas se desinflaron y las rentabilidades de los bonos subieron con fuerza. Miento. No fueron los dos bancos centrales sino los comentarios del presidente de la Fed donde dejaba entender que la reducción de estímulos empezaría en el mes de noviembre y que las presiones inflacionarias no son tan transitorias como se podía esperar. Las bolsas en EE. UU. cayeron con fuerza: el índice Nasdaq -2,83%, S&P 500 -2,04% y el Dow Jones -1,63%. En Europa todo sigue igual. La comparecencia de Christine Lagarde en el Fórum de Bancos Centrales del BCE reflejaba su postura dovish, apostaba por la continuidad de las políticas acomodaticias y confirmaba que la inflación era pasajera por un cuello de botella entre la oferta y la demanda que en poco tiempo se solucionará. Sin embargo las presiones inflacionistas están empezando a poner nerviosos a los inversores pensando que esta subida de los precios no es tan transitoria como los bancos centrales, y en especial el BCE, nos quieren asegurar, y empiezan a exigir mayores rentabilidades en el largo plazo. Las bolsas europeas también cedieron con fuerza con el IBEX 35 y el Eurostoxx 50 como peores índices, con una caída del 2,59% y 2,56% respectivamente.
Y este miedo a la inflación viene principalmente por la energía, marcando récord cada semana desde el gas natural hasta los derechos de dióxido de carbono. Lo estamos viviendo día tras día con el precio de la luz y el escenario no es nada esperanzador ahora que llega el invierno. Las reservas de gas natural son cada vez menores, los problemas de China, donde se empieza a racionar la luz en algunas ciudades, o la situación en el Reino Unido obligan a buscar otras alternativas, provocando por tanto subida de precios en el petróleo y también en el carbón para generar más electricidad.
Los bonos también fueron castigados con un aumento de las rentabilidades que no veíamos desde junio. El bono americano a diez años se situó por encima de 1,50% cuando a principios de agosto estaba en 1,17%. El alemán llegó a cotizar a -0,19% y el bono francés, que hace un mes disfrutaba de su financiación a tipos negativos, ya se encuentra a 0,14%. Los diferenciales de crédito se empiezan a abrir y aunque los movimientos son erráticos, la conclusión es que será muy difícil volver a los tipos mínimos de los bonos y el continuo estrechamiento de diferenciales.
Ayer se publicó el dato de confianza del consumidor americano en 109,3 cuando se esperaba 115. Hoy no hay datos que muevan el mercado. Tendremos que esperar al viernes, cuando se publicará el dato del IPC en la eurozona.
¡Feliz miércoles!