La semana pasada, los mercados cerraron al alza mientras los inversores analizaban las declaraciones de los ponentes en el simposio de Jackson Hole. Jerome Powell indicó que los funcionarios procederán con cautela a la hora de subir nuevamente los tipos de interés, pero apuntando a que se mantendrá una política estricta durante más tiempo. Después de una breve oscilación tras el discurso de Powell, el S&P 500 subió, arrastrando también a los mercados europeos al terreno positivo.
En el ámbito de los bonos, el rendimiento de la nota del Tesoro de EE. UU. a diez años retrocedió hasta el 4,24%, después de alcanzar su nivel más alto desde 2007 el martes (4,36%). Los rendimientos de la zona euro, especialmente el bono alemán a diez años, cayeron debido a datos económicos que indicaban una debilidad en la economía europea. En cambio, el rendimiento de los bonos del Estado japonés a diez años subió bruscamente durante la semana, moviéndose hasta un 0,68%, el nivel más alto en casi una década. El reciente cambio en la estrategia de control de la curva de rendimiento del Banco de Japón, favoreciendo una mayor flexibilidad y una intervención menos directa, impulsó la venta de deuda japonesa. Las rentabilidades exigidas retrocedieron al final de la semana, estableciéndose alrededor del 0,65%, después de que los datos del PMI global sugirieran un debilitamiento de la actividad económica.
En la conferencia de Jackson Hole, Jerome Powell y Christine Lagarde, presidenta del BCE, abordaron los desafíos en torno a los tipos de interés, sin dar pistas claras sobre futuras decisiones. En el panel del sábado, se mencionó que las tasas del Reino Unido podrían subir más, mientras que desde Japón se defendió la necesidad de mantener tipos bajos a pesar de los niveles de los precios. El tema central en los discursos y conversaciones fue la adaptación a la inflación. Los participantes discutieron sobre productividad, mercado de bonos, cadenas de suministro y deuda pública.
En el terreno macro, la lectura final de la Universidad de Michigan sobre la confianza del consumidor de agosto cayó un poco desde el máximo de casi dos años de julio, aparentemente debido a las mayores expectativas de inflación tras el reciente aumento en los precios de la gasolina. Sin embargo, el investigador jefe del estudio señaló que «los consumidores siguen apoyándose en unas fuertes expectativas de ingresos», en especial por la esperanza de salarios más altos entre los consumidores de bajos ingresos. Por su parte, las empresas alemanas parecieron volverse más pesimistas en agosto. El índice de confianza empresarial del Instituto Ifo cayó por cuarto mes consecutivo a 85,7, su nivel más bajo desde octubre de 2022.
También el viernes, los medios estatales informaron que China ha propuesto que los gobiernos locales puedan eliminar una regla que descalifica a las personas que alguna vez han tenido una hipoteca, incluso a aquellos que las han pagado por completo, de ser consideradas compradores de vivienda por primera vez en las principales ciudades. La propuesta fue el último esfuerzo de Pekín para apuntalar el sector inmobiliario, que está bajo presión por la caída de los precios de las viviendas y un creciente número de promotores que dejan de cumplir con sus compromisos de deuda.
Las señales de deterioro del crecimiento —y la sensación de que el gobierno de China tiene relativamente pocas buenas opciones para detener la recesión— han aumentado la posibilidad de salidas aceleradas de capital. Los fondos extranjeros vendieron el equivalente a 10.700 millones de dólares del mercado continental durante lo que llevamos de mes, según Bloomberg, la mayor cifra desde que se comenzó a registrar los datos en 2016.
La semana siguiente parece menos agitada, con datos de inflación europea y empleo en EE. UU. como puntos destacados.
Buena semana.