Todo marcha por el camino adecuado cuando de las bolsas se habla.
Dice el común de los inversores que la tibia mejora de la actividad económica y las probabilidades crecientes de que EE.UU. y China empiecen a alcanzar principios de acuerdo para poner fin a las disputas comerciales son dos factores elementales. Pero como si de recoger un premio se tratara, no queremos olvidarnos de alguien sin cuya inestimable ayuda nada de esto habría sido posible: los bancos centrales. Porque sin su cambio de registro ahora no estaríamos aquí.
Efectivamente ayer fue un día en el que el calendario de indicadores dejó un reguero de buenas noticias. Muy especialmente en Europa, donde no falta quien ya se atreve a hablar de haber dejado atrás lo peor. Los PMI de servicios fueron buenos sin más, igual que los manufactureros se hundieron días atrás sin excusas. No solo esto, sino que también las ventas minoristas han registrado el crecimiento más elevado en año y medio, lo que en comparación a todos los datos de la industria demuestra las diferencias entre el sector secundario y el terciario.
Algo distinta fue la lectura del ISM de servicios en EE.UU., donde si es verdad que retrocede, lo hace desde niveles de casi 60 a 56,1, unos números que vuelven a justificar por qué EE.UU y Europa son dos entidades diferentes, en lo económico pero también en lo mental.
Y luego el brexit. Algún día terminará y solo esperemos que a los británicos no les entren las ganas de volver a la Unión Europea. Pues bien, quedan ocho días para que venza el plazo para llegar a un acuerdo y por si acaso a Londres le da por pedir otro permiso de unas semanas ya salió Juncker a decir que no, que ya está bien, que o se presenta algo serio o… Por eso mismo que Theresa May se haya avenido a negociar con el laborismo, aunque también es cierto que la ruptura con parte de su partido es total, e incluso con su Gobierno, que sigue desintegrándose por días. Continuará.
Buen día.
Llámanos 
