El VIX volvió a caer y Wall Street llegó a romper máximos de nuevo con la ayuda continua de las grandes tecnológicas. No hay Rusia u OTAN que valgan para arruinarle a los inversores el apetito por la bolsa de EEUU, aunque todo sea que la inestabilidad que acecha a la Administración Trump vuelva con más fuerza que hasta la fecha.
Por lo que le toca al petróleo, se cumplió el guion a pies juntillas. La OPEP y sus no-socios confirmaron el acuerdo para extender hasta marzo de 2018 la supuesta reducción de la producción. Vamos, lo que se venía rumiando en voz muy alta. Si la cotización cayó es precisamente por eso, porque ya se daba por descontado y porque el control de la oferta hace ya algún tiempo que no es patrimonio exclusivo de estos países. Así es como lo entiende el mercado, porque si algo han demostrado los frackers de Norteamérica es que están listos para adaptarse a precios más reducidos.
En un orden muy distinto, en el Reino Unido el brexit va teniendo consecuencias que se esperan y que no. Las que sí apuntan a la inflación, porque la subida de los precios por culpa del desplome de la libra se está comiendo parte del consumo, lo que inevitablemente repercute en unas tasas de crecimiento a la baja. Y las que no, porque Theresa May seguramente no se creyera capaz de dilapidar una ventaja insultante sobre el Partido Laborista en tiempo récord.
Otras dos de las referencias macroeconómicas de calado de las últimas 24 horas son bastante diferentes en muchos aspectos. En un lado, un PIB español ajeno al continuo incordio político y que viene a mostrar que el milagro 2.0 de la recuperación es un hecho contrastado en números. En otro, la subida del IPC japonés con y sin energía (en realidad más el que la incorpora), aunque por debajo de lo esperado para dejar bien claro que los esfuerzos monetarios del Banco de Japón se quedarán aquí por mucho tiempo.
Buen fin de semana.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones