Un activo subyacente es el «activo base» sobre el que se construye un producto financiero. Es el protagonista oculto de muchos instrumentos como derivados, futuros, opciones o ETFs. Aunque no siempre se ve directamente, es lo que realmente determina el valor de ese producto.
Cuando compras una opción o un futuro, no estás comprando directamente una acción, una materia prima o una divisa, sino un contrato que depende del valor de ese activo real. Ese valor real es el activo subyacente. Por ejemplo, en una opción sobre acciones de Apple, el activo subyacente son las propias acciones de Apple.
Prácticamente cualquier cosa con un valor de mercado puede serlo. Los más comunes son:
Acciones
Índices bursátiles (como el IBEX 35 o el S&P 500)
Materias primas (oro, petróleo, trigo)
Divisas (euro/dólar, libra/yen)
Bonos
Criptomonedas
Porque el rendimiento del producto financiero depende directamente del comportamiento del activo subyacente. Si sube, baja o se mantiene estable, eso afectará el precio del derivado que lo representa. Por eso, entender bien el activo subyacente es esencial para invertir con criterio.
El activo subyacente es el motor oculto de muchos instrumentos financieros. No lo compras directamente, pero su evolución dicta si ganas o pierdes. Es como el ingrediente clave de una receta: puede que no lo veas, pero sin él, nada tendría sabor. Si inviertes en derivados o productos estructurados, saber qué activo hay detrás es tan importante como entender el producto en sí.