Todavía quedan tres sesiones más, pero lo cierto es que esto ya parece que está hecho por lo que a 2016 se refiere.
Aunque a la vista del año que hemos tenido, no se puede terminar de afirmarlo con rotundidad. Con los inversores divididos entre las vacaciones y las ganas de hacer la foto final, los bancos italianos se están llevando toda la atención del mercado, no por lo que ya sabemos o intuimos, que es el hecho de que el Estado va a tener que entrar en el capital, sino por los problemas legales que ello puede acarrear en la Unión Europea.
El estado económico de EEUU ha perdido interés en la medida en que «va bien». La confianza de los consumidores, medida por Conference Board, se ha disparado hasta máximos en quince años, en la misma línea que la calculada por la Universidad de Michigan. Y también el sector de la construcción ha vuelto a la tendencia positiva generalizada después de un pequeño parón. Ahora es turno del precio de la vivienda Case-Shiller, cuya subida permite que la sensación de riqueza de los norteamericanos aumente, con el consiguiente efecto positivo que eso puede tener sobre el consumo.
Si hay una lección que aprender y no olvidar respecto al último tramo del año en curso es la idea de que las políticas monetarias por fin han dejado de suponer el elemento central sobre el que vire la economía. Japón es el máximo exponente de que quemar dinero no sirve para nada si no viene acompañado por reformas estructurales, políticas fiscales incluidas. Tendrá poco que ver con todo esto, y es que los dos indicadores económicos publicados esta mañana no se han recuperado porque el Banco de Japón sea el soporte absoluto de última instancia. Se trata de la producción industrial y las ventas minoristas, en el caso de estas últimas por primera vez en positivo desde febrero.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
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