Acuerdos internacionales

“Cuanto peor, mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo beneficio político”. Esto no lo dijo Jerome Powell ayer, pero seguro que lo pensó.

Tras unos días de caídas alentadas por la dialéctica política, fue suficiente la simple posibilidad de una bajada de tipos en Estados Unidos este año para que los mercados de renta variable subiesen con fuerza. Queda claro, por si había algún despistado que no lo supiese, lo dependientes que nos hemos vuelto los inversores de los apoyos de los bancos centrales. Mario Draghi no lo tendrá tan fácil el jueves, pues bajar tipos en Europa es algo que no está sobre la mesa.

Pero nuestro protagonista de culebrón favorito, Donald John Trump (nombre completo y mucho más apto para telenovelas) no podía pasar inadvertido. En su viaje al Reino Unido, continúa defendiendo un brexit duro y, para convencer, prometía un acuerdo comercial entre los países anglosajones que podría triplicar los flujos actuales. Teniendo en cuenta que el porcentaje de exportaciones británicas con destino Estados Unidos es del 15%, mientras que con Europa es el 40%, se tendría que cumplir prácticamente al dedillo esa promesa para que compensase en Londres.

En otro frente, las conversaciones con China podrían volver a abrirse a finales de este mismo mes. Es cuando se celebre la reunión del G20 en Japón cuando está previsto que Steve Mnuchin, secretario del Tesoro americano, se reúna con el gobernador del banco central de China. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas…

Finalmente, y siguiendo con el símil audiovisual, en Italia tenemos escenas de matrimonio, con el primer ministro Giuseppe Conte amenazando con dimitir si sus retoños, Salvini y Di Maio no dejan de discutir. Como si fuese un truco de magia, mientras todos miramos hacia esto, Bruselas está ya casi lista para expedientar al gobierno transalpino por la excesiva deuda y déficit. El truco se puede aprender, pero la magia hay que tenerla.