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09/12/2013 AUTOR: Víctor Alvargonzález Jorissen Varios

Ni a los rentistas dejan ya tranquilos

Cómo es la economía: trabajas toda tu vida para hacerte con un patrimonio que te permita vivir tranquilo de unas rentas cuando te jubiles y, cuando menos te lo esperas, empiezan a cambiar cosas que jamás pensaste que pudieran hacerlo.

El español medio ha colocado tradicionalmente sus ahorros en tres tipos de activos o productos financieros: el ladrillo, que siempre ha sido el rey, con la sana intención de tener unos pisos en alquiler; el depósito bancario; y, finalmente, la pensión, bien por obligación –la pública–, bien la privada (los planes de pensiones).

Esa es, teóricamente, una combinación a prueba de bomba en lo que a riesgo se refiere. Y, ciertamente, si los pisos son para alquilarlos y no para especular con ellos, y teniendo en cuenta que en España te pondrían un impuesto por salir a la calle antes que dejar que quiebre un banco –por mucho que se lo merezca–, en principio por ahí no hay riesgo patrimonial.

Y tampoco en lo referente a las pensiones: serán más bajas para los de mi generación y peor todavía para la de mis hijos, pero no tanto para el pensionista actual, que las verá subir poco o no subir, pero el ‘palo’ gordo vendrá más adelante (por la baja natalidad y el proceso de envejecimiento de la población). Es más, a corto y medio plazo, un gobierno en España, antes que reducir seriamente las pensiones, al impuesto por salir a la calle añadiría otro por respirar, pues ya sabemos cuál es la forma que tienen los gobernantes de arreglar los problemas: tirando del bolsillo de los ciudadanos.

El motivo por el cual los rentistas actuales y los que lo vayan a ser en los próximos cinco años van a necesitar un asesoramiento que nunca pensaron que necesitarían, el asesoramiento financiero

El motivo por el cual los rentistas actuales y los que lo vayan a ser en los próximos cinco años van a necesitar un asesoramiento que nunca pensaron que necesitarían, el asesoramiento financiero, viene más por el lado de los inmuebles en alquiler y la rentabilidad de los depósitos.

Cuando en plena guerra del pasivo se me ocurrió decir que ese depósito al 4% era “pan para hoy y hambre para mañana”, me miraban igual que cuando digo ahora que existe riesgo –riesgo, no certeza– de deflación en nuestro país y que eso no es bueno. Me dicen: «¡Cómo va a ser malo que bajen los precios!»; «¡es estupendo, todo más barato!»

Claro, el problema es que también bajan los salarios y lo que no bajan son las deudas (el dinero que le debes al banco no se actualiza con el IPC), así que todo el que debe dinero tiene un problema: aunque la vida le sale más barata, su sueldo también baja, pero la hipoteca o las letras del coche no lo hacen. Pero no vamos a hablar de deflación –aunque tiene que ver con la cuestión–, sino de lo importante que es la planificación y el asesoramiento financiero hasta para los inversores más conservadores.

Como digo, ese 4% que daban los depósitos ahora es un 1,5%. Y me apuesto lo que quieran a que lo veremos en el 1%, o incluso por debajo, una vez los bancos dejen de captar clientes a base de regalar el dinero que les ha dado el Gobierno para sanear sus balances. Prueba de lo anterior es que, a la vez que un banco daba un 4% en los depósitos a un año, podías comprar su deuda (bonos) de mayor calidad –deuda senior– a más del 5% de TIR (rentabilidad anual). Y ese cupón durante cinco años y con liquidez casi total. Lean si no mi artículo ¡Qué error, qué inmenso error! y me darán la razón.

El caso es que, acostumbrados a que las rentas del depósito me den mis intereses del 3% o 4%, me organizo la vida contando con esos ingresos. Pero ahora resulta que me dan un uno y pico por ciento. Y encima me congelan la pensión. O incluso me dicen que evolucionará “según vaya la economía española”, que vista la gran gestión que han hecho en la ultima década los políticos con la economía, pues como que da un poco de miedo, ¿no? Por no hablar de que esos mismos recaudadores –perdón, gobernantes– que también me han subido los impuestos sobre mis pequeñas rentas y hasta sobre la pensión,. Ni qué decir del IVA, etc. Menos mal, dirá nuestro rentista, que a mi edad ni fumo ni bebo, porque si no… En fin, al menos me quedan los pisos, que ya se sabe: los alquileres nunca bajan y sólo se revisan al alza.

no tengo más remedio que decirle, si es que no se había dado cuenta ya, que los alquileres no sólo están bajando, sino que, salvo que el contrato de alquiler especifique lo contrario, si el IPC fuera negativo la renta anual tendría que ajustarse a la baja

Pues siento darle una mala noticia a nuestro querido rentista, que no ha hecho mal a nadie, ni siquiera ha comprado los pisos a crédito para darles el ‘pase’, ha sido prudente y cuidadoso: no se ha dado cuenta ya de que los alquileres no sólo están bajando (sugiero vean el gráfico que publica @_perpe_ en su web basado en datos del INE), sino que, salvo que el contrato de alquiler especifique lo contrario, si el IPC fuera negativo la renta anual tendría que ajustarse a la baja. ¿Imposible? De entrada, el año que viene con suerte –para el rentista– el IPC se moverá en el entorno del cero o el 0,5%, así que una pequeña desviación y nos ponemos en negativo (deflación).

Que hayamos llegado a esta situación tiene toda su lógica (económica). Si construíamos más viviendas en un año que Estados Unidos en todo su territorio, ahora hay sobreoferta de viviendas vacías y el arrendatario (el inquilino) puede presionar a la baja. Y tenemos desinflación –y esperemos que no deflación– porque el Gobierno decidió que la forma más eficiente y novedosa de sanear sus cuentas era aumentar los impuestos hasta niveles confiscatorios, en lugar de que ahorraran las administraciones, los partidos, los sindicatos, etc.

Y eso, como es lógico, deprime el crecimiento económico porque te cargas el consumo. Por cierto, otro gráfico interesante que pueden encontrar en esa página que les he dicho es el de la evolución de las subvenciones a partidos políticos y sindicatos en los últimos diez años, o la contratación de personal para los partidos. Pero siéntense para verlos y, si tienen problemas de corazón, mejor no los lean.

Bueno, hasta aquí las malas noticias. Ahora, la buena: en el mundo financiero siempre que algo baja hay otro activo que sube. Y no necesariamente más arriesgado. Me explico. Quien en plena guerra del pasivo hubiera pasado de la presión y el ‘gancho’ bancario siguiendo mi consejo y, en lugar de poner el dinero en un depósito, hubiera comprado un bono del mismo banco con vencimiento a cinco años –o invertido en un fondo que comprara ese tipo de activos–, se habrá asegurado una estupenda rentabilidad de más del 5% en un banco español de primera fila. Si así lo hizo no hace falta que siga leyendo. Pero me temo que pocos ahorradores recibieron esa recomendación en sus bancos –y menos en las cajas de ahorro–, porque la mayoría de las entidades financieras lo que necesitaban era captar pasivo como fuera.

También se puede crear una cartera de acciones de empresas sólidas y sentarse a cobrar los dividendos, y, si se eligen bien las empresas, ese dividendo no va a bajar en los próximos años

Aún está a tiempo de fijar un 3% o incluso un 4%, por ejemplo en deuda pública española (ver Cómo ganar un 5% relativamente seguro). De hecho, las principales agencias de calificación han subido el rating del Reino de España y la última subasta ha sido un gran éxito. Y es lógico, porque una cosa está clara: el Gobierno y la casta política no se van a apretar el cinturón, de eso pueden estar ustedes seguros. Pero si tenemos que apretárnoslo más nosotros para que España no vuelva a rozar la insolvencia, seguro que lo harán. Gobernar no me voy a meter en si gobiernan, pero recaudar, lo que se dice recaudar, lo hacen estupendamente (a los de la nómina y a los rentistas, que es como quitarle las chuches al más enclenque del colegio).

También se puede crear una cartera de acciones de empresas sólidas y sentarse a cobrar los dividendos. Si se eligen bien las empresas, ese dividendo no va a bajar en los próximos años. Sí, no se escandalicen, han leído bien: acciones. Nuestros abuelos tenían su carterita de acciones, las mantenían, cobraban los dividendos y así se hacían su pensión. Y las veían bajar y subir, pero ellos iban al cupón, no a especular con ellas. Y, además, si algo se ha aprendido de esta crisis es que los pisos también bajan y suben de valor. Y ahora los alquileres. Y, como diría el entrañable capitán Haddock, de Tintín: soy de la opinión de que quien haga una cartera de acciones ahora –o compre un buen fondo de renta variable, que los hay que también dan dividendos– obtendrá, además de los dividendos, una buena plusvalía. Como ocurrió con los bonos a los que hacía referencia en el artículo mencionado anteriormente (¡Qué error, qué inmenso error!).

Así que no hay que preocuparse, lo que hay que hacer es cambiar de hábitos, como cuando te dicen que tienes el colesterol alto y tienes que cambiar de dieta. Pues ahora están bajando sus rentas y tiene que cambiar de hábitos financieros. “No panic”, como dicen los norteamericanos. Combinar acciones y bonos –cuidado al elegir estos últimos, que entre los bonos quedan pocos interesantes. Por cierto– se ha hecho desde la época de las famosas Matildes. Y fuera de nuestras fronteras, en países más avanzados financieramente hablando, es muy normal combinar ladrillo con acciones o bonos. Es más, quien comprara acciones de Telefónica cuando se las llamaba Matildes y las haya mantenido hasta hoy seguro que no tiene queja.

Que pasen un estupendo puente de la Constitución.

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