Buenos días.
Todavía a vueltas con los atentados de París, los mercados poco a poco han ido digiriendo el amargo trago de los mismos hasta el punto de prácticamente haberlo obviado, con la excepción del sector turístico europeo. Quizás el petróleo sea el único activo que verdaderamente sufra las consecuencias del terrorismo internacional y sus extensiones, pues el avispero de Oriente Medio nunca descansa.
Lo cierto es que la sesión de ayer pecó de falta de sustancia a nivel estrictamente financiero con la salvedad de un par de referencias macroeconómicas. La primera, por importancia y peso inmediato en lo que pueda suceder en los mercados, es el comportamiento de la inflación en la zona euro. Buenas noticias para todos cuando se genera algo de presión en precios y hay miedo a la deflación, pero aún mejores las relativas a la subida de la inflación subyacente (la que excluye energía y alimentos sin elaborar) al 1,1%, pues esto significa que, aunque poco, es la propia actividad económica la que impulsa dicho ascenso. El otro indicador de relevancia no ha supuesto ninguna sorpresa a pesar de seguir en negativo, pues el que el regional manufacturero de Nueva York muestre falta de tracción, cuadra con el sufrimiento de toda la industria de EEUU a la ralentización emergente y al alto nivel del dólar.
En estos momentos en que Portugal, España o incluso el Reino Unido representan el riesgo político en Occidente, el hecho de que Grecia haya alcanzado un acuerdo con la troika es todo un bálsamo para los inversores. Con éste, las autoridades helenas se comprometen a llevar adelante reformas que lleven hacia la sostenibilidad de las finanzas públicas a cambio de más fondos, muchos de los cuáles irán a parar a los balances de una banca devastada por el «corralito» estival.
Buen día.
Amílcar Barrios Vilallonga
Dirección de Inversiones
Llámanos 
