Recientemente falleció Paul Allen, cofundador de Microsoft junto a Bill Gates, dejando una fortuna cercana a los 20.000 millones de dólares y sin herederos. Se estima que cerca de la mitad de esta cantidad irá destinada a filantropía, probablemente a las mismas instituciones que financió en el pasado.
Si bien es una práctica poco conocida, es posible cuantificar y sistematizar las donaciones o contribuciones de carácter benéfico, siendo un elemento que también se puede incluir en la planificación financiera de nuestra línea vital. Según la weblegadosolidario.org, en 2016 se donaron en España cerca de 23 millones de euros en concepto de herencias y legados entre 20 ONG y se registraron más de 240 testamentos que incluían a este tipo de entidades como beneficiarias de legados o herencias en vida.
Según avanzamos en nuestra vida muchas personas experimentamos la necesidad de devolver a la sociedad algo de lo que nos ha dado. Así, junto a fortunas como la del propio Allen, Amancio Ortega o Juan Roig (máximos accionistas de Inditex y Mercadona respectivamente), hay muchas personas que, de manera silenciosa y discreta, dedican parte de su tiempo y su patrimonio a ayudar a los demás y mejorar la sociedad.
Cercano a este planteamiento, aunque ya buscando no solo el impacto social sino también el económico, tenemos un universo de inversiones donde se busca excluir aquellos activos que supongan un conflicto contra la responsabilidad social, y potenciar aquellos que demuestran su foco. Es decir, no solo con donativos se puede materializar nuestro compromiso social, sino que también eligiendo inversiones socialmente responsables se puede causar un alto impacto positivo indirecto en múltiples ámbitos.
Lo ilustramos con este cuadro, multitud de veces usado por Jon Aldecoa, como un pequeño homenaje a este pionero de la inversión socialmente responsable en nuestro país, que también nos dejó recientemente.
En el mundo de la inversión socialmente responsable, la filantropía ocuparía el extremo donde se requiere un alto retorno social pero ningún retorno económico, y también puede ser una meta vital sujeta a planificación.