¡Oiga, que igual no es el mercado y soy yo! Pero tengo cierta sensación de parálisis.
A ver si soy capaz de explicarlo. Si las cosas van mal nos invade un estado de desasosiego, inquietud y temor. Ante una situación difícil lo asumo como normal. Pero si las cosas van bien, la preocupación se apodera de nosotros: ansiedad, malestar, desazón y cierto recelo que nos impide ser felices por el temor de que lo que va bien, lo que está funcionando deje de estarlo si parpadeamos, si respiramos. Como en un libro de autoayuda el miedo a ser feliz. ¿Qué hacemos entonces? Pues nos boicoteamos, escudriñamos con lupa los rincones para encontrar finalmente algo que nos provoque ese malestar del que siempre dijimos querer huir. Lo de la profecía autocumplida, ya saben.
Ahora, en este momento de la economía en el que los principales riesgos que observábamos a principio de año no han pasado a mayores y donde los apoyos esperados se han convertido en realidades, andamos buscando por los rincones y ¡claro! encontrar encontramos, ¡cómo no! Nadie ha dicho que el mundo esté en equilibrio, sino más bien que está bastante desequilibrado.
Está de moda hablar de lo envejecido del ciclo económico, de las altas valoraciones, de que el fin está próximo y además, para más inri, será abrupto y nos pillará a todos en ese momento en el que estábamos realizando una inspiración. Bien está el mantenernos vigilantes para buscar soluciones, si nuestro escenario no se cumple, pero a ver si el estar en estado de alarma constante lo que va a hacer es precipitar la puesta en escena de una obra que no iba a ser representada.
Pensar que quedándonos quietitos y no haciendo nada nos va a permitir mantener el bienestar es, en mi opinión, temerario. El bienestar es algo dinámico, que tenemos que currarnos a diario para encontrar el camino de las ilusiones. Reconocer cómo estamos y compartirlo, lo que funciona y lo que no, nos dará una visión más realista de la situación. Vamos a compartir.
No me voy a extender sobre cómo, hasta ahora, están evolucionando los riesgos y los apoyos que nos planteábamos a principio de este 2017. Ya saben que eso nos gusta hacerlo en diciembre cuando radiografiamos el año, pero sí permítanme unos apuntes.
El gran reto, la vuelta al crecimiento de los beneficios empresariales, es una realidad, apoyados en un entorno macroeconómico positivo. Con los riesgos no ha llegado la sangre al río, ni la adopción de un severo proteccionismo, ni las dudas sobre la reestructuración de la banca italiana, petróleo, China, ni tampoco se ha llevado a cabo una aceleración alocada de la retirada de estímulos monetarios por parte de los bancos centrales.
Por otro lado tenemos un comportamiento en la inflación “que no sabemos de qué va”, un euro con una revalorización acusada pero que es producto de la mejora económica de la zona euro, un panorama geopolítico complejo y una política europea en la que el riesgo que suponían los partidos euroescépticos ha quedado atrás. ¿No les parece un gran éxito ganar unas cuartas elecciones a pesar de todas las dificultades que han presentado todas y cada una de las legislaturas y además ser uno de los líderes más respetados internacionalmente? Puede que los últimos resultados no sean tan cómodos como algunos imaginaban y los democristianos de Merkel tengan que formar nuevas alianzas, pero lo podrán conseguir, porque hay algunos que sí saben dialogar, o al menos eso esperamos.
¡Ah! Y para aquellos que piensen que casi debemos dar por acabado el actual ciclo decirles que existen argumentos que nos permiten defender su continuidad durante unos cuantos años más.
Si les parece nos vemos en otro blog y lo comentamos.
Virginia Pérez
Responsable de Renta Variable