Los últimos días bursátiles pasan más por ser sesiones de transición, a la espera de algún catalizador positivo, que por jornadas que definan una tendencia.
Ahora que la temporada de resultados está llegando a su fin, los inversores vuelven la mirada a los datos macroeconómicos, las tensiones comerciales, los bancos centrales y las cuestiones políticas. Mientras, el sentimiento oscila, entre unos u otros sectores, dependiente de las noticias en primera portada o del tuits-Trump diario.
Los datos macro por el momento se muestran débiles, especialmente en Europa, pero tampoco son buenos en Estados Unidos: solo hay que ver el sustancial deterioro que ha sufrido el índice de sorpresa económica. No todo son noticias negativas a este respecto. Si bien en la eurozona los datos de actividad en el sector industrial todavía siguen deteriorándose, las compañías del sector servicios reflejan una incipiente mejoría por segundo mes consecutivo. ¿Es posible que estemos dejando atrás la fase más intensa de la desaceleración europea? Es pronto para asegurarlo, pues las incertidumbres son todavía muchas. Pero echándole un poco de imaginación, podríamos ser capaces de vislumbrar una mejora a lo largo de los meses siguientes. Las previsiones de crecimiento de la economía americana se mantienen en torno a un 2,5% para este año, la confianza de los consumidores sube, casi a niveles máximos, y Powell reafirma que el banco central de EE.UU. “tendrá una aproximación paciente a cambios futuros en la política monetaria.” En lenguaje inversor: “USA no sube tipos”.
¿Conflicto comercial o brexit?, elija usted con qué suerte de amenazas, encuentros/desencuentros, reuniones frustradas o condicionantes imposibles quiere sufrir o entretenerse; depende de cómo se tome la vida.
Sin duda, el mayor impulsor de los mercados y del que tienen absoluta dependencia es la actuación de los bancos centrales. La decisión de la Reserva Federal americana de detener el proceso de subidas de tipos de interés a lo largo de este 2019 dio alas a las bolsas, que temían que un incremento continuado de los tipos pudiera terminar provocando una recesión. Aun con todo, la sensación de que el ciclo americano está viviendo su fase de madurez se mantiene.
Aquí no acaba el tema. La adopción de medidas de estímulos, monetarios y fiscales, por parte de Pekín, en un intento de frenar el aterrizaje de su economía y olvidándose de la política de desapalancamiento, es un factor decisivo que podría acelerar el crecimiento del país asiático y sus importaciones. Sus efectos positivos se trasladarían a la exportadora Europa, paliando las tensiones que van desde el brexit a las elecciones al Parlamento en el mes de mayo, pasando por Italia y la desaceleración del sector manufacturero alemán. Unas iniciativas que no salen de balde. El incremento de los desequilibrios en China o la subida en el precio los activos mundiales, debido a la inyección de liquidez, son algunas de sus consecuencias y para nosotros los parámetros a vigilar.
Sobreponiéndose a un entorno de noticias adversas, la subida de los índices desafía este panorama incierto. Aunque nos sorprenda esta subida por lo vertical y la ausencia de correcciones significativas, no crean que la corrección está próxima. Cuanto más deseemos “una correccioncita para poder entrar” más se retrasará esta, según los tiempos que uno espera.